Hace un poco más de un mes recibí un anuncio dentro de las comunicaciones del Comité de Prevención y Control de Infecciones en el Hospital Metropolitano, en el cual nos advertía el estar atentos por un aumento en nuevos casos de sarampión en América del Norte, Central y del Sur, todos importados de Europa.
El Ministerio de Salud ya había implementado un sistema de vigilancia epidemiológica contra el sarampión y la rubeola para evitar el aparecimiento de casos en el Ecuador, lo cual se confirmó con el aparecimiento de casos en Tungurahua y ahora en otras provincias. Esto trajo a mi memoria un artículo de El País, de España, en el cual se aseguraba que se ha retrocedido una década en el control de enfermedades como el sarampión, casi a punto de desaparecer a comienzos de este siglo (dos casos de sarampión en 2004) pero que al momento ha reaparecido con 1300 casos en lo que va del año (Francia con 5000 casos).
Al revisar el porqué de este retroceso en países en los cuales se habían erradicado estas enfermedades, el Centro Europeo para la prevención y control de enfermedades señala como causa el descenso de la cobertura vacunal, en gran parte auspiciado por grupos antivacunas que se niegan a inocular a sus hijos a pretexto de que las vacunas son más riesgosas que la misma enfermedad.
Parte de esos militantes antivacunas usan como estandarte un artículo de la prestigiosa revista médica The Lancet, en la cual un médico investigador, Andrew Wakefield, falseando sus datos, aseguraba que la vacuna de sarampión y rubeola incrementaba el riesgo de autismo en niños.
The Lancet retiró luego el artículo, aclaró y demostró el doloso manejo de los datos del tal investigador, pero el mal ya estaba hecho, pues los fundamentalistas de la liga para la libertad de vacunación señalaban que el retiro del artículo es una prueba más del poder de la industria farmacéutica.
En España se ha llegado al punto de que los jueces llegan a obligar a los renuentes padres a vacunar a los hijos en defensa de la salud pública. Según un material de difusión del Ministerio de Salud del Ecuador, acá se presentó el último caso de sarampión autóctono en 1996 y los casos nuevos en la región son de procedencia europea, africana y asiática.
El gran número de migrantes que viajan entre Europa y el Ecuador (según la Senami regresan al Ecuador por vacaciones de verano o Navidad alrededor de 300 000 paisanos residentes en Europa), en muchos casos puede ser el origen del rebrote.
Hay que admitir que el Ministerio ha hecho un importante papel en cerrar un cerco epidemiológico e implementar a un programa de vacunación para nuestra población en mayor riesgo.