El saraguro elabora adornos florales para sus iglesias

Los domingos, en los exteriores de la iglesia de San Lucas, se realizan mingas para arreglar los ramos.

Los domingos, en los exteriores de la iglesia de San Lucas, se realizan mingas para arreglar los ramos.

Los domingos, en los exteriores de la iglesia de San Lucas, se realizan mingas para arreglar los ramos.

La elaboración de los ramos, las coronas y las cruces de flores es más que una simple tarea. Para las indígenas de Saraguro es un ritual para venerar imágenes religiosas. Las encargadas son conocidas como las muñidoras.

En la parroquia lojana de San Lucas o en el cantón Saraguro, esta actividad se cumple cada domingo. Antes de las 06:00, ellas ocupan un espacio de la parte posterior o en los exteriores de las iglesias.

Las muñidoras son las devotas o priostes de algún santo. Son elegidas por la iglesia con un año de anticipación y durante 12 meses se comprometen a adornar los altares con estos ramos especiales.

En San Lucas, por ejemplo, hay grupos conformados por seis indígenas y mestizas, que elaboran los ramos para el Santísimo, la Virgen María, San Vicente y San Pablo. También, para la Virgen del Rosario y San Lucas. La creatividad es importante en su trabajo.

Las mañanas de los domingos, cuando están en plena actividad, es imposible que pasen desapercibidas de los visitantes. Ellas captan fácilmente la atención y su habilidad atrae las miradas. Por lo general, son fotografiadas en su labor.

San Lucas es un pueblo tranquilo, donde sus habitantes se dedican a la agricultura, ganadería y producción artesanal. También tienen especial devoción por los santos y casi todas las familias participan activamente en sus fiestas.

Alegría Solano y Vicenta Medina utilizan una base de madera y sobre ella colocan las pequeñas ramas de ciprés o laurel. Luego introducen una por una las rosas, claveles, hortensias, pomarrosas, lirios, entre otras variedades. Así van dando forma a las figuras que desean, como un sol, la wipala, animales, cruces o una representación religiosa.

Parten desde el centro o el núcleo y con las flores van trazando líneas verticales y horizontales. Ese orden se atribuye a los conocimientos astronómicos, vinculados al calendario agrícola o a las diferentes festividades.

“Todo es parte de la filosofía del pensamiento andino”, cuenta Solano. Por lo general, las flores provienen de sus jardines o de los cerros cercanos. Solano y Medina son priostes de la Virgen del Rosario. Según ambas, no pueden dejar de cumplir esta tarea dominical porque es su compromiso con Dios.

Ellas aprendieron este arte de sus abuelas, cuando eran niñas. Ahora que son adultas, asumieron el rol de priostes y devotas. Los padres de Solano le contaron que esta tradición empezó en la Colonia.

Desde la cosmovisión andina, es una entrega espiritual del pueblo y la forma cíclica del arreglo representa un esquema de los pueblos andinos, dice el prioste principal de San Lucas, Gregorio Sarango.

La elaboración de los ramos es una herencia y las mujeres se encargan de transmitir sus conocimientos a través de la tradición oral. Lo más importante es entender que la espiritualidad andina se basa en el cosmos, explica el prioste Vicente Seraquive.

“Antes hacíamos más ofrendas porque había mayor voluntad en la gente, las flores nunca escaseaban en los jardines. Ahora, ser prioste demanda de dinero, pero lo hacemos con agrado”, señala la devota María Guayllas. Las personas más dedicadas a esta devoción son las de la tercera edad.

Si alguna fallece es difícil llenar las vacantes, porque las jóvenes no se involucran de inmediato. Pese a todo, las muñidoras están orgullosas de esta tarea, porque muestran su cultura a través de los tejidos y la composición de los ramos.

Los hombres, por su parte, son los encargados de armar seis cruces de flores en una suerte de pedestal. Ellos también barren los templos antes de las eucaristías. Esa tarea se cumple en minga y, por lo general, dura 15 minutos.

Los adornos de las flores se colocan en los sitios importantes de los templos de San Lucas y Saraguro, como el altar mayor.

Cuando escasean las flores, las muñidoras se comparten las variedades para que ninguna imagen se quede sin su adorno.

El sacerdote entrega las llaves de las iglesias a los priostes principales, para que dirijan y coordinen todas las actividades.

Estos arreglos también son utilizados durante las velaciones. Los vecinos participan en su elaboración.

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