En esta discusión sobre el periodismo en tiempos de Internet y de las nuevas narrativas digitales, se habla mucho de la extinción del periodismo tal como se conoce. Periodismo viejo, dicen. Es, probablemente, otro de los augurios no tan cumplidos como la muerte del libro -de la literatura-, del cine y tantas otras cosas. Cada vez que aparece una tecnología transformadora, se piensa de inmediato en el fin de lo anterior, pero más que modificar la estructura de lo que comunica, cambia apenas el modo en que nos llegan los contenidos. La estructura narrativa prácticamente se mantiene inamovible. Quizá por eso el periodismo estadounidense encontró un término para la naturaleza de su trabajo: ‘stories’ (historias) que no están escritas por ‘reporters’ sino por ‘writers’.
El argentino Rodolfo Walsh, ícono del periodismo de investigación en Latinoamérica, se encontraba repartiendo copias de su Carta Abierta a la Junta Militar cuando hace 40 años un comando militar le tendió una emboscada en una avenida de Buenos Aires y lo hirió mortalmente.
El legado del escritor Rodolfo Walsh, de cuya desaparición a manos de la última dictadura militar argentina se conmemorarán 35 años el próximo domingo, permanece viva en las generaciones actuales de cronistas que reconocen su influencia.