Iba a convertirse en el sueño de verano de Adolf Hitler pero se truncó con la llegada de la II Guerra Mundial y acabó siendo hospital, centro de refugiados y durante la extinta República Democrática Alemana (RDA), cuartel militar. Desde hoy, el coloso Prora, en la idílica isla alemana de Rügen, es un albergue juvenil de dimensiones casi desconocidas.