‘Por qué fui Presidente’

Bajo este título, el ex presidente Noboa ha puesto en circulación un libro que intenta relatar e interpretar las difíciles circunstancias que rodearon su acceso al poder. Guardo mucho aprecio por el ex Mandatario y lo considero un político honesto. Resulta importante, sin embargo, contrastar su análisis para entender debidamente el proceso que desencadenó la crisis de finales de los 90.

Sobre los graves problemas de esos años aún existe confusión y eso ha permitido que varios políticos exploten el sentimiento justificado que los ciudadanos guardan frente a esa crisis y a su colofón, el congelamiento bancario. No busco reexaminar este asunto que expertos mejor enterados han diseccionado con precisión. Vale señalar, en todo caso, que la crisis se configuró mucho antes. La relativa y breve prosperidad que el Ecuador vivió hasta 1996 llevó a ciertos bancos a concentrar créditos en pocas manos y tornarse laxos en la estimación de riesgos. A partir de ahí, varios factores crearon una mezcla explosiva que ningún Presidente habría podido desactivar en agosto de 1997. En efecto, la irresponsable política fiscal del gobierno de Alarcón, el fenómeno de El Niño que asoló los campos agroexportadores de la Costa que garantizaban créditos bancarios y el descenso abrupto del precio petróleo ($8) sellaron fatalmente el desenlace. No pretendo decir con esto que el manejo de la crisis no tuvo errores; quiero decir simplemente que el estallido resultaba incontenible y que no era directamente atribuible a Mahuad.

Tiene razón Noboa cuando sostiene que las circunstancias sobrepasaron a Mahuad. La caja fiscal estaba exhausta y los organismos internacionales, particularmente el FMI representado por J. Thorton, un convencido del efecto purificador de los colapsos bancarios, cerraron las vías de un rescate. A esas alturas Mahuad había perdido ya la voluntad del poder y consideraba una renuncia que aceleró los planes del golpe. Pocos conocen que 6 meses antes del derrocamiento, uno de los comandantes, acompañado en ciertas ocasiones por G. Noboa, hizo gestiones ante los ministros para que persuadieran al Presidente de separar a Gallardo de la Cartera de Defensa. Los jefes militares veían al Ministro como un obstáculo mayor para la sublevación. No es temerario afirmar que Mahuad cayó el día en que cedió a las presiones y separó a Gallardo de su cargo. Sigo creyendo, sin embargo, que Noboa secundó ese pedido bajo engaño y que no buscó perpetrar un golpe.

Resulta poco admisible la afirmación que hace el ex Presidente sobre las supuestas intenciones dictatoriales de Mahuad. Bajo un creciente rechazo de las tropas originado en los retrasos de pagos salariales, rodeado de comandantes en permanente conspiración y con índices de popularidad por las patas de los caballos, Mahuad no podía concebir un autogolpe ni en sueños.

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