Esa ruralidad que era Cumbayá hace poco más de 50 años le significó a Miguel Betancourt su primer contacto con los materiales y las imágenes de su pintura. Patios, potreros y tapias, ciscos y otros carbones se le abrían como un texto natural... en ese texto, el capítulo cimero se escribía con la presencia del Ilaló.