Está cómodo en el sillón. No le molestan las intensas luces del escenario ni que el auditorio esté repleto. Pablo Pineda Ferrer cruza la pierna, se remanga el terno, hace una que otra broma, habla con soltura... A sus espaldas resalta una pantalla brillante con una de sus frases: ‘Los demás me pueden poner límites, yo no’.