Desde la clonación de la oveja Dolly, hace 25 años, pocas cosas han avanzado tanto y tan rápido como nuestro conocimiento de la biología.
Desde que el mundo atestiguó el nacimiento de la oveja Dolly -la primera en ser clonada en 1996- los científicos que la crearon no han dejado de experimentar. En este 2020, cuando los gobiernos intentan contener al covid-19, los investigadores exploran un posible tratamiento que podría combatir el coronavirus. Se trata de una terapia que funciona a través del uso de células inmunes especiales de donantes sanos.
Un grupo de activistas en contra de la clonación intentó secuestrar a la oveja Dolly en 1998, pero su plan fracasó al no poder distinguirla de entre un rebaño con más ejemplares, según reveló uno de los participantes en la fallida acción.
La famosa oveja clonada Dolly, fallecida en 2003, no padecía osteoartritis prematura, según un nuevo estudio difundido este 23 de noviembre del 2017 en el Reino Unido, lo que descarta teorías previas de que el proceso de clonación podía inducir a un envejecimiento prematuro y a dolencias relacionadas.
Muchas predicciones apocalípticas respecto a lo que vendría después del nacimiento de la oveja Dolly en 1996 aún no se han cumplido. Dos décadas después, la comunidad científica internacional todavía no anuncia que un ser humano haya sido clonado, o que un niño fallecido antes de tiempo haya vuelto a nacer gracias a la transferencia nuclear, que permite crear un nuevo mamífero sin que intervengan dos progenitores.
La universidad brasileña de Fortaleza anunció este mes el nacimiento de la primera cabra clonada y transgénica de América Latina, fruto de un proyecto de investigación para la producción de una proteína humana necesaria para tratamiento del síndrome de Gaucher. La enfermedad, a pesar de ser considerada rara y de carácter recesivo, es una de las que más generan gastos al sistema brasileño de salud pública. Para unos 700 pacientes, el tratamiento cuesta más de 180 millones de reales (unos USD 80,2 millones) anuales, explicó a Efe la investigadora Luciana Bertolini, abanderada del proyecto. "Quienes tienen este problema no consiguen producir una proteína que metaboliza un cierto tipo de grasa en el organismo. Lo que hace que esa grasa se vaya acumulando principalmente en el bazo y en el hígado y si no es tratada lleva a la muerte", explicó Bertolini. Actualmente, el tratamiento consiste en una inyección cada quince días con la proteína glucocerebrosidase, responsable por metabolizar y eli