Para los chinos, la cuestión ni siquiera se plantea: el 19 de febrero entrarán en el año del "Yang". La palabra, sin embargo, define tanto a la cabra como al cordero, lo que cada 12 años causa confusión en el extranjero.
La reducción de la compraventa de petardos, para evitar que aumente la contaminación que envuelve parte del país asiático, y el aumento de la austeridad en las celebraciones son las directrices del Gobierno chino para recibir el Año del Caballo. Ante el riesgo de que la contaminación en Pekín y Shanghái pase de seria a directamente irrespirable, al régimen comunista no le ha quedado más remedio que desincentivar la venta de petardos y fuegos artificiales, cuyas explosiones acompañan tradicionalmente la llegada del nuevo año pero que contribuyen gravemente a aumentar los niveles de polución. El Departamento Meteorológico de Pekín aseguró esta semana que la nube que pesa sobre la capital permanecerá durante al menos los cinco primeros días de las vacaciones, que empiezan el 31 de enero. Ante ello, el gobierno de la capital ha recordado a los ciudadanos, en carteles en la calle y a través de servicios de mensajería instantánea, que deben procurar lanzar pocos petardos y los fuegos artific