¿Por qué se mantiene el régimen venezolano dirigido por un extravagante y atrabiliario mandatario? ¿Cómo es posible que el peronismo continúe siendo el principal actor político de Argentina después de la era K? ¿Por qué no se organiza la oposición en el Ecuador y logra evitar la reelección indefinida? Estas son varias inquietudes o desconciertos que encierran otras mayores, pero que indagan por los secretos de la vigencia de los regímenes populistas en América Latina, que superviven con el viento en contra.
Eugène Ionesco, Samuel Beckett o Harold Pinter, si aún vivieran, hubiesen hallado un filón inexplotado en los países de la región en los cuales el neopopulismo ha enarbolado sus pendones.
Un factor importante del neopopulismo ecuatoriano es el “voto obligatorio, largamente debatido en círculos políticos y académicos. La izquierda y el caciquismo han defendido a muerte el voto obligatorio bajo el argumento de que se trata de un deber cívico que permite dotar de representación política a sectores sociales que normalmente no acudirían a las urnas. Estos grupos han vertido mucha tinta tratando de probar, sin éxito, que la obligatoriedad del voto tiene, además, un impacto positivo en las políticas sociales. Al final, resulta muy difícil disfrazar de principios los cálculos electorales precisos que estos sectores políticos realizan a la hora de debatir este controvertido tema.