No se le suele dar el valor que tiene la Copa de América de selecciones para todos nosotros. Tendría que ser un acontecimiento, tal como lo es la Eurocopa, pero se trata siempre de minimizarla, de quitarle importancia; en definitiva, de no respetar sus antecedentes.
Ahí jugaron los mejores equipos y los mejores futbolistas de nuestra historia. Por ahí pasaron Di Stéfano, Pelé, Maradona, Cubilla, Rocha, y tantísimos otros grandes que nos enseñaron a vivir este juego desde la ilusión. No puede ser que ahora le demos un trato secundario, que digamos por ejemplo que se trata de una preparación para el Mundial, o una prueba para jugadores. Pero, en fin, hace mucho que el negocio se apoderó de este juego y le transmitió su criterio exclusivamente comercial.
Tal vez por eso admitamos que Costa Rica, que es un invitado, por ejemplo, participe con un equipo sustituto. No obstante, siempre tenemos motivos para alentar la esperanza de asistir a una excelente competencia si tenemos en cuenta que todos los demás equipos participarán con lo mejor que tienen. Entonces la presencia de Messi en Argentina o la de Neymar en Brasil son suficientemente atractivas, aunque también Forlán en Uruguay, y el buen juego de Colombia, o la firme estructura de Paraguay, y la evolución de Chile.
Ecuador y Perú tendrán la oportunidad de demostrar sus nuevas y alentadoras intenciones, México en qué situación se encuentra, comprobaremos si Venezuela sigue progresando o está estancado. En definitiva, nos preparamos con la ilusión intacta. Tendremos la oportunidad de demostrar, una vez más, que el fútbol es más que un resultado.