En no más de cinco minutos en los que por accidente escuché la sabatina del 24 de septiembre, el jefe de Estado -o comandante en jefe, o generalísimo, como probablemente prefiere que se le llame – afirmó que la dolarización fue decisión de la oligarquía, que ella impide al Ecuador defenderse de la desvalorización de las monedas de los vecinos, y que no es verdad que en su gobierno se han creado nuevos impuestos. Que lo que ocurre es que el exbanquero falta a la verdad puesto que menos del diez por ciento de la población económicamente activa paga impuestos, pues, para que lo haga, se requiere que una persona gane al menos USD 10 000 al año.