Dejar candados en puntos emblemáticos de las ciudades es común en varios lugares del mundo. En Quito, los enamorados decidieron seguir esta tradición y colocar cerrojos en el mirador de Guápulo. Una pareja de quiteños nos cuenta qué les motivo a seguir esta costumbre.
En uno de los capítulos del libro ‘Tengo ganas de ti’, de Federico Moccia, una pareja tomaba un candado, lo colocaba en un puente junto al río Tiber y lanzaban la llave al agua para sellar su amor para la eternidad. Este podría ser el origen de una tradición que va creciendo entre parejas, la de los candados del amor.
El busto de Francisco de Orellana, en el mirador de Guápulo, en el norte, ya no tiene las rayas blancas que lo manchaban. El césped sobre el cual se asienta está cortado y sin basura.