Cuando algo ya no se usa o se deteriora, la primera opción es botarlo. Sin embargo, para Miguel Vargas, esa idea no se aplica. Desde hace 20 años, él recoge las tapas de las botellas, restos de alambre, celulares viejos, aretes impares, llaves, pedazos de neumáticos, entre otros materiales que la gente desecha, y los convierte en figuras que, puestas en una base, se transforman en cuadros.