Ante la evidente fractura social, cabe preguntarse ¿es posible crecer sin identidad?
De las alcantarillas de nuestra historia reflotan problemas de racismo e identidad. Adquieren corporeidad política, sin la menor vergüenza, espectros coloniales, monárquicos, hispanistas de ultra derecha. Son resultado del terremoto político de octubre del 2019.
La muerte de Kiara, una perra mestiza blanca que cerca de seis años vivió en Urbanimal de Calderón, se transformó en el punto de discordia entre los grupos animalistas de Quito y funcionarios del centro municipal de atención animal Urbanimal, días antes de la audiencia pública convocada para este miércoles 25 de septiembre de 2019 (10:00) en el Complejo Judicial de Quitumbe.
No debe ser fácil vagar por las calles con hambre y sed y sufrir el maltrato o la indiferencia de algunas personas. Sin embargo, esa es la realidad que enfrentan miles de animales callejeros en todo el mundo. Los perros mestizos son una gran parte de este grupo.
Los habitantes de las comunidades kichwas y de la zona urbana del cantón Cotacachi (Imbabura) le aportan a las procesiones de Semana Santa un enfoque intercultural.
Ñuka Mamaku (Mi mamita, en español), así llaman afectuosamente a la estadounidense Micky Enright varios beneficiarios del comedor social Lugar de Esperanza, que abrió sus puertas en Cotacachi, Imbabura, hace tres años.
Una de las principales creencias populares es que nuestra cultura proviene únicamente de un gran mestizaje ocurrido con la conquista española, hace más de 500 años. Pero la realidad es muy distinta, según explica el doctor Fabricio González Andrade, genetista ecuatoriano.
Unos 30 músicos indígenas y mestizos interpretan la canción Yumbo, utilizando flautas, quenas, violines, contrabajos… Los ritmos retumban en las paredes de un salón del Museo de las Culturas de Cotacachi, en Imbabura.
La falta de lluvias preocupa a José María Tabango. Pese a que este kichwa, de 74 años, está retirado de las tareas agrícolas, no las abandona del todo.
El hilo conductor es la historia de María Gabriela Albuja, una quiteña que se enamoró y se casó con un saraguro, que adoptó la vestimenta y las costumbres del pueblo indígena, y quien cría a sus hijos en esa tradición.
Es la una de la tarde y Raquel Reynoso, junto con otros compañeros se dirigen en lancha, por el río Napo, hacia una de las 20 comunidades de Chontapunta que produce cacao.
Las modistas de la parroquia Juan Benigno Vela confeccionan una variedad de vestimenta para mestizos pero con temáticas andinas. Los artesanos imprimen sus propios modelos y figuras para luego bordarlos a mano.
El sistema de economía tradicional de los tsáchilas ya no solo se reduce a su entorno. Sus acercamientos con los mestizos por las ventas de 12 productos que son extraídos de sus chacras se consolidan cada vez más.
La bebida elaborada con maíz es uno de los íconos de la Fiesta del Yamor. Con la chicha elaborada de maíz se levantaron las 5 mil tolas de la nación Caranqui, situada en un territorio que se extendía desde el valle del Chota, en la actual Imbabura, hasta Guayllabamba, en Pichincha.