‘Medios de comunicación, baluartes en caso Restrepo’

‘Medios de comunicación, baluartes en caso Restrepo’

‘Medios de comunicación, baluartes en caso Restrepo’

Entrevista con Pedro Restrepo, padre de los hermanos Andrés y Santiago Restrepo Arismendi, desaparecidos el 8 de enero de 1988.

¿Cómo era su familia antes de la desaparición de sus hijos el 8 de enero de 1988?

Una familia normal, unida, con altibajos, pero siempre con una meta muy definida. Mi prioridad fueron la familia y los hijos. Siempre conectados, almorzábamos juntos. Le digo que si algo me ha ayudado a mí es que no tengo nada de qué arrepentirme.

¿De qué forma empezó su calvario en 1988?

Carlos Santiago era un chico de 17 años, muy responsable, sabía manejar el carro, yo le tenía mucha confianza. Ese 8 de enero, en la mañana, yo subo al cuarto de él, me despedí y le dije: “Carlos Santiago nos vamos a la Costa con tu mamá y los tíos; volvemos el domingo, ahí queda el carro, lleva a María Fernanda y a Pedro Andrés al colegio y tú sigues para la universidad. La casa queda en tus manos”. Nos fuimos a la Costa, estuvimos dos días allá, regresamos el domingo y ahí nos encontramos con semejante noticia.

¿Dónde los buscaron?

En las casas de los amigos. Se habían hecho incluso excursiones a hospitales, que habían realizado rastreos por los alrededores de la casa, de pronto un accidente o algún tipo de cosa y ahí comenzó todo este drama.

¿Qué se siente en esas circunstancias difíciles?

Se te enfría todo el cuerpo, te quedas sin respiración. Esa parte es muy dura y difícil, pero quizá la más importante tratar de asimilar el shock que se produce ante semejante noticia y situación.

¿Cómo fueron los primeros pasos, incluso las dificultades que se presentaron?

Fue tremendo. Siempre he dicho que nosotros no empezamos de cero, sino bajo cero. Pasó de todo ese año, 1988, hasta finales de noviembre y principios de diciembre, que vimos que era un engaño de la Policía, entre otros de la subteniente Doris Morán.

¿De dónde sacó la fuerza?

Muchas veces me rendí, creíamos que era un trabajo inútil, pero esto es una misión o una acción enmarcada en el amor. Yo creo que hay cosas por las que vale la pena luchar siempre.

¿Cuánto contribuyen o enredan más las nuevas versiones en este caso?

Esa es una de las partes difíciles de este drama. Es la segunda vez que un agente dice que fue la Policía porque como institución, esta hasta ahora no reconoce el crimen de mis hijos. La Policía y muchos de sus miembros siguen insistiendo en que fue un accidente o solo se quedan callados y no develan esta verdad, la cual está dentro de la Policía y esta tiene que decir dónde se encuentran esos niños. Creo que tiene otra oportunidad, como lo dijo hace poco el mismo fiscal Galo Chiriboga, que la Policía deje de cargar con una tara que va a ser eterna.

¿Debe la Policía Nacional reconocer y pedir disculpas?

Lo mínimo que debe hacer es reconocer el crimen y pedir perdón a la familia, a la sociedad y a los DD.HH. para que no se repitan estos hechos. Tiene otra oportunidad si quiere cambiar.

Volver a revivir esto, en la parte anímica, ¿no es demasiado duro, como ha sido contundente el documental de su hija María Fernanda, ‘Con mi corazón en Yambo’?

Gracias a Dios, diría yo, esta niña mía hizo este documental porque ha impactado a la gente. En un país como Ecuador, que reflexiona, se conmueve, apoya y protesta, ese es el mejor legado para que sea un país de paz, al menos en ese sentido político.

¿Hasta dónde va a ir?

Yo descansaré en paz cuando pueda enterrar los restos de esos niños al lado de Luz Elena (su esposa fallecida). Ahí hay un espacio, hay otra tumba esperándolos, y cuando toda esta verdad se diga porque es importante.

¿Cuál ha sido el papel de los medios de comunicación?

Gracias a EL COMERCIO, a Radio Quito, que han sido unos medios de comunicación, como todos los otros del Ecuador, por ser baluarte para esta lucha, para no olvidar, para que estas cosas no se repitan.

¿Cuéntenos cómo fue su infancia en Colombia?

Es el recuerdo más grato de mi vida. En Antioquia, las familias eran bastante numerosas. Éramos ocho y yo soy el cuarto.

¿Dónde hizo sus estudios?

Mis estudios se iniciaron en mi ciudad natal y para el segundo de bachillerato mi papá nos envió a Medellín a un internado.

¿Cuándo llegó al Ecuador?

En 1969 recién me había casado y recibí una oferta de la fábrica textil La Internacional, de Ernesto Ribadeneira, para hacer una asesoría técnica en una organización de mantenimiento de maquinaria. Me solicitaron que viniera por dos meses, lo hice y dejé un informe. Cuando me iba, el gerente me preguntó si yo podía venir a aplicar esas recomendaciones del informe. Estábamos recién casados y le dije a mi esposa “vea, hay esta posibilidad” y ella dijo “negro, donde tú vayas yo voy” y nos vinimos por dos años. Luego la gerencia consideró que debía continuar en el trabajo.

¿Cuánto tiempo se quedó en La Internacional?

Hasta 1981. La empresa tenía algunos problemas económicos, estaban en revisión de personal y tal vez consideraron que yo ya había cumplido. Fue una cosa complicada porque tenía deudas por la construcción de mi casa. Me acuerdo que eso fue un viernes, no dormí, el sábado tampoco y el domingo peor, pero el lunes dije “Pedro Restrepo, tiene tres hijos, una esposa, muchas deudas, pero tienes dos manos, un cerebro y una experiencia”. Me decía a mí mismo “pendejo, haga lo mismo, pero para usted” y lo hice.

quito@elcomercio.com

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