Acerca de 9 meses de terminarse el actual Gobierno, es posible anticipar parte de la agenda económica que deberá enfrentar la siguiente administración. Entre los aspectos está la urgente, gradual pero sostenida reducción del tamaño del Estado. Si el gasto público agregado no se reduce en aproximadamente 10 puntos del PIB entre el 2021 y el 2025, pasando de alrededor del 37% del PIB a no más del 27% del PIB, el problema del profundo déficit fiscal y el acelerado endeudamiento público no tendrá solución. Será una bola de nieve que crecerá en el tiempo con impredecibles consecuencias para toda la economía. La continuación del siguiente convenio que se firme con el FMI será otra gestión que deberá completar. No se conoce el contenido del siguiente convenio pero es previsible se busque el ordenamiento fiscal con metas del déficit público, de la acumulación de reservas internacionales y de reducción del endeudamiento público. La sanidad fiscal será una pieza importante, pero de ninguna maner
El trueque fue el mecanismo anterior al aparecimiento de las monedas. Las personas intercambiaban bienes y servicios de acuerdo a lo que consideraban como el valor correcto de cada transacción. El avance de las sociedades y de las relaciones entre personas dio paso a la presencia de las monedas como el instrumento que facilitaba comprar y adquirir bienes y servicios. Se facilitó el comercio y la economía empezó a crecer y evolucionar a lo largo de los siglos. La ciencia económica definió al dinero, por lo tanto, como un medio de transacción que posee algunas características como mantener el valor de los bienes y los servicios a lo largo del tiempo y el rol de asignar valor a todo lo que se puede comprar y vender. El dinero es un medio que ayuda al comercio entre personas, empresas y países.
La administración eficiente de los recursos escasos que es una de las definiciones de lo que constituye la economía es justamente una de las tareas más difíciles de cumplir. Las dificultades se derivan de las necesidades de todos por un mismo monto de recursos y las consideraciones de cada uno sobre sus propias prioridades frente a las del resto. Se suma a esto la equivocada presunción de que todos los problemas se resuelvan exclusivamente con recursos económicos como si la productividad no fuera una variable sustantiva.
La reciente negociación del Gobierno con los tenedores de los bonos por USD 17 235 millones es un paso favorable y positivo para el país, pues le brinda mayor oxigenación de liquidez al Estado, favoreciendo también a las siguientes 2 administraciones. Pudieron concretar 2 años de periodo de gracia para los intereses y 5 años para el capital, la reducción de la tasa de interés promedio pasa del 9.2% al 5.3%, los vencimientos se extienden del 2030 al 2040 y la reducción de la deuda es del 9% en valor nominal y del 52% en términos de valor presente, es decir, lo que hoy representa el alivio de pagos por los siguientes 20 años. Lo sucedido demuestra que pagar los USD 342 millones de capital e intereses en meses anteriores favoreció la recepción de aproximadamente USD 1 800 millones de los multilaterales, abriendo la puerta para un nuevo acuerdo con más recursos y además viabilizando la presente negociación.
Como todo en la vida, los extremos no son sanos ni buenos, es mejor puntos medios que acerquen posiciones. Si la normativa laboral en el Ecuador es sesgada al trabajador, es decir, protege en exceso al que tiene un empleo a través de exigencias salariales excesivas, costos de despido desproporcionados, beneficios incompatibles con la actividad empresarial como es la jubilación patronal, imposiciones para jornadas laborales que no consideren la hora trabajada sino el número de horas acumuladas en el mes, contratos laborales que no distingan la diversidad de las actividades productivas o tiempos de contratación laboral que no permiten evaluar adecuadamente el desempeño del empleado, entre muchas otras obsolescencias de la legislación vigente, el resultado será menor propensión a contratar, más desempleo y subempleo. Al otro extremo, si la norma concentra beneficios al empleador, el resultado será abusos, trabajadores improductivos o poco motivados y acciones contrarias a la necesaria est
Parecería que el sistema de seguridad social en el país está colapsando, no como un fenómeno potencial a futuro sino como un hecho real del presente. Se pueden divisar al menos 3 grandes problemas a resolver, sin que pueden ser abordados de forma separada sino en su integralidad. Caso contrario, se estará solo postergando el problema, se estará financiando temporalmente una cierta necesidad de recursos pero el problema de fondo no será resuelto. Un primer problema es en el ámbito actuarial, es decir, cuidar que las prestaciones de jubilación sean sostenibles en el tiempo. Sin embargo, la realidad es contraria a este principio, los aportes a la seguridad social actuales cubren con mucha dificultad las prestaciones de jubilación presentes pero no las futuras. El espacio no es mayor, pues una variable a revisar es la edad mínima de jubilación, 60 años, la que se debió analizar cada 5 años pero no fue materia de decisión. Si el aporte del 40% del Estado para las pensiones se lo proyecta pa
Con la severa crisis económica y sanitaria del país y las formas de buscar una normalización de las actividades productivas, se han suscitado reacciones de diversos sectores y de distinta naturaleza. No se trata de actuar de juez o de ser la última palabra, únicamente de aplicar una cierta dosis de sentido común y de racionalidad.
El tamaño del Estado se duplicó entre el año 2000 y 2006 frente al período comprendido entre 2007 y 2019. El indicador de gasto del total del sector público pasó en promedio del 21% al 38% del PIB. En algunos años como el 2013 y 2014 superó el 44% del PIB. Luego, por la falta de ingresos y la imposibilidad de mayor endeudamiento, la relación cerró el 2019 con un porcentaje del 35% del PIB. Esta obesidad estatal es la responsable de los recurrentes y crecientes déficits fiscales y la mayor explicación del acelerado endeudamiento público. Si el déficit fiscal encuentra financiamiento se lo está cubriendo pero el desbalance fiscal no se está resolviendo. El desequilibrio fiscal se resuelve aumentando ingresos, reduciendo gastos o alguna combinación de ambas opciones.
Este año la economía va a decrecer entre el 6% y el 7% según algunas fuentes de información como el FMI, la firma Goldman Sachs, entre otras. Algunos escenarios más pesimistas apuntan a una caída entre el 10% y el 12%. De cualquier forma, esto significa la mayor crisis económica, unida a la sanitaria, de la historia republicana del país. Es una crisis que se podría denominar de “cantidad”, pues cae la producción u oferta, cae la demanda, sube el desempleo y la pobreza. Lo sucedido en 1999 fue más una crisis de precios, la inflación se disparó, el tipo de cambio se depreció aceleradamente, las tasas de interés crecieron sobre los 3 dígitos.
Antes de la crisis mundial del coronavirus el país ya vivía una situación económica emergente. Se anunciaron acciones que aliviaban la caja fiscal pero a todas luces eran insuficientes y no permitían una recuperación a mediano y largo plazo. Ahora que en el mundo y en el Ecuador se presenta esta pandemia y las urgencias han crecido, las acciones deben ser más intensas y profundas. Esta crisis internacional se expresa en una sola palabra: recesión mundial. No creo se repita la magnitud de la depresión de 1929 que llegó a una caída del 40% del PIB pero el golpe se viene. Lo menos dañino será una desaceleración mundial y sus impactos en el comercio internacional, en los flujos de capitales, en el valor de las empresas, en el cierre de muchas, en la expansión del desempleo en el orbe, en la dificultad de atender compromisos y obligaciones, en la restricción de atender necesidades básicas sobre todo en los sectores más vulnerables. El mundo se va a contraer y el Ecuador también. El país ing
Un porcentaje importante de los ecuatorianos no recuerda lo que es un país con moneda propia. No tiene memoria de lo que fue vivir con un salario que se depreciaba todos los meses o lo que significaba cada mes necesitar de mayor cantidad de sucres para poder importar lo mismo. La inflación elevada y la depreciación cambiaria imponía un ambiente de nerviosismo y de aversión a la inversión a todo nivel.
Está cerrando el año 2019 y algunos indicadores muestran cifras cercanas a cero. El crecimiento económico, según varias fuentes, será cercano a cero, el país habría atravesado un año de estancamiento económico. Una clara manifestación de ese proceso es la baja demanda, un alto subempleo y desempleo, factores que hacen difícil presiones inflacionarias. En ese contexto, la inflación también es cercana a cero, inclusive con varios meses donde la tasa fue negativa, es decir, se registraron algunos meses con deflación. Esto no quiere decir que es mejor una inflación alta, pues eso significaría un deterioro de la estabilidad macroeconómica. Lo correcto es mantener inflaciones bajas acompañadas de crecimientos económicos sostenidos y elevados. Esa es la única forma de generar progreso.
La Asamblea Nacional acaba de enviar al Ejecutivo su propuesta de Ley de Simplificación Tributaria, la misma que deberá ser ratificada o vetada parcial o totalmente por el Gobierno. Lo más probable es que la Ley se apruebe o los cambios introducidos sean menores, con lo que el Presupuesto del Estado podría contar con aproximadamente USD 600 millones para el 2020. La proforma presupuestaria enviada, por otra parte, incorpora alrededor de USD 700 millones por cierto incremento que asumen se podrá negociar en el precio de los combustibles. Esta alternativa es incierta, pues la debilidad del Gobierno es evidente. No obstante, si se llegara a transar la reducción en el subsidio al precio de los derivados del petróleo que permita recaudar la cifra citada, lo que iba a rendir el Decreto 883 derogado en esa materia estaría cerca de cubrirse. Estas decisiones de buscar recursos al Estado para que pueda cubrir sus abultadas necesidades, en la realidad, no estén resolviendo el problema de fondo,
Se podrían desglosar los problemas económicos actuales en tres grandes ámbitos: un sector externo y monetario frágil con aún escuetas reservas internacionales, un comercio exterior con un débil equilibrio y una liquidez altamente dependiente del endeudamiento externo público y privado. Un sector fiscal sobredimensionado con un gasto público cercano al 40% del Producto Interno Bruto (PIB), cuya secuela es el alto y oneroso endeudamiento público con déficit fiscales elevados y permanentes. Y un sector productivo estancado, con costos de producción excesivamente altos y cifras preocupantes de desempleo y subempleo.
No existen decisiones económicas en situaciones de falta de recursos fiscales que satisfagan a todos. Cualquier medida que pretenda reducir el déficit fiscal va a producir reacciones de algún sector que se sienta afectado. Si hay una reducción significativa de gasto público en la nómina habrá protestas de personas o gremios laborales, si se busca incrementar impuestos para aumentar los ingresos fiscales muchos mostrarán su desagrado por aplicar decisiones restrictivas en una coyuntura de estancamiento económico, si se pretende eliminar subsidios habrán protestas por creer que esto va a producir una ola inflacionaria y va a afectar a los más pobres.
Estamos en esta coyuntura es difícil encontrar una salida sin principios básicos sobre los cuales establecer acciones a seguir. Podrían definirse temas sobre los cuales los ecuatorianos no deberíamos ni podríamos aceptar tener posiciones diferentes. Uno de ellos es la defensa de la democracia. Todo aquel que amenace al sistema democrático con cualquier interés particular o de grupo no sería aceptado. Un segundo factor es la libertad, la seguridad ciudadana y la propiedad privada, activos de la sociedad que ni están ni deben ser parte de discusión alguna. Las acciones que agredan estos principios deben ser repelidas y afrontadas con todos los instrumentos que ofrecen la Constitución y las leyes vigentes. Y, el tercer factor es la defensa de una economía sana y próspera que en el tiempo vaya corrigiendo los problemas actuales y permita un mejor futuro para todos. Una economía sana y robusta que no tenga color sino se sustente en resultados. Si el fruto de su aplicación es el beneficio de
No recuerdo haber visto en el país lo acontecido en los días de la paralización y protesta por las medidas económicas adoptadas por el Gobierno. Me duele el corazón recordar la violencia en las calles, la destrucción de la propiedad privada y pública, las agresiones a peatones y periodistas, la invasión delincuencial a edificios públicos y medios de comunicación, la arremetida contra ambulancias, policías, militares y bomberos. Una guerra campal que tuvo su epicentro Quito, capital del Ecuador, sin líderes que la defiendan, que protejan el patrimonio nacional y mundial como es su centro histórico. Ciudad sitiada y aislada por tierra y por aire y con problemas de abastecimiento de productos básicos. Un total caos.
Sectores del más distinto origen, representantes de organizaciones, dirigentes gremiales, voceros políticos, analistas, ex ministros del estado, opinan sobre lo que sería el proyecto de ley que enviaría el gobierno a la asamblea nacional. Los que sostienen la inconveniencia de aumentos impositivos tienen sus argumentos, los que señalan que más bien deben bajarse los impuestos argumentan lo suyo, aquellos que afirman sobre la necesidad de bajar más el gasto público tienen sus explicaciones, los que promueven eliminar subsidios tienen también sus razones. Otros manifiestan su malestar porque los ajustes del programa económico derivados del despilfarro y el robo de la década anterior sean traspasados a la ciudadanía, que primero deben recuperar la plata que se llevaron. Todos tienen algo o mucho de razón. Sin embargo, el problema está frente a nosotros y el gobierno lo que no puede es cruzarse de brazos. Ya actuó el gobierno esta semana con varias acciones que son favorables y positivas y
Uno de los factores que se debe cuidar con extrema precaución son las expectativas, es decir, la percepción de las personas, de los agentes económicos nacionales e internacionales, sobre la situación económica del país. Las acciones que se ejecutan, si son las correctas, no necesariamente son percibidas como tales, lo que conllevaría, por ejemplo, a la necesidad de realizar un esfuerzo importante en la forma en que se difunden las decisiones.
Las políticas económicas exitosas son aquellas que se utilizan de forma equilibrada, la técnica económica y la viabilidad política, sin que ello conlleve alterar la dirección al que debe dirigirse un determinado programa económico. Es importante que la administración de las políticas públicas se sustente en la practicidad de las decisiones y no refleje ideologías sino resultados. Es más sencillo desde un escritorio dar cátedra de economía que tomar decisiones con todas las restricciones que existen. Es inaudito que se recomienden hoy políticas que nunca se aplicaron en el pasado por su falta de consistencia, más teoría que realidad.