Matrimonio

General en Jefe. Ese es el ostentoso título con que el coronel Chávez premió al alto militar que mostró lealtad al Gobierno venezolano más allá de toda lógica y transgrediendo los más elementales principios de la ponderación y el respeto a la democracia que deben los uniformados.

Sí. Porque confundir lealtad con vasallaje es algo delicado. Pero sobre todo si un alto jefe militar incursiona en declaraciones políticas que le son vedadas de acuerdo a una lógica elemental de respeto a la democracia a la función específica que corresponde.

Resulta que en la Venezuela que se proclama revolucionaria, el jefe del comando operacional de la Fuerza Armada, Henry Rangel, dijo que la institución uniformada está casada con el proyecto político que lidera el caudillo. Dijo textualmente: "FAN está casada con el proyecto político socialista". Además señaló que si hay un gobierno de oposición "sería vender al país, no lo va aceptar la gente, las FAN no, y el pueblo menos".

Lo primero que salta a la vista es que el jefe militar hace una distinción entre la gente , los militares y el pueblo. Pero eso puede ser un desliz que solo demuestra una ligereza o desconocimiento idiomático, en el peor de los casos. El problema es que hay algo conceptual grave, de fondo. La poca formación y cultura democrática de un jefe militar que privilegia la lealtad personal con el caudillo a la debida lealtad con la democracia y el libre juego de Gobierno y oposición.

Pero claro. Es que el Presidente Chávez piensa que las FF.AA. deben ser “rojas, rojitas” en referencia al anacrónico color identificado con las causas revolucionarias que movieron a una buena parte del mundo en el siglo XX pero que se derrumbaron con gran estrépito con Muro de Berlín y todo tras la Perestroika.

Por supuesto que a Chávez se le ocurrió argumentar que las palabras del servil general habían sido malinterpretadas. Es que por allá también hay quien piensa maliciosamente que la prensa todo lo cambia, lo tergiversa y lo manipula: son cosas de los caudillismos autoritarios a las que por desgracia nos estamos acostumbrando.

Menos mal que al histriónico personaje no se le cruzó por la cabeza la peregrina idea de elevar a la dignidad de Mariscal, Libertador o a los altares de la gesta de la Patria revolucionaria al fiel general. Ellos que son tan dados a recrear el anacronismo del discurso neofascista de la Patria para cautivar a las masas ingenuas. A esta hora habría que decir: “¡Alerta, alerta que camina el patrioterismo por América Latina!

Reciente, muy fresco está el bochornoso episodio de la exhumación del cadáver del Libertador Simón Bolívar. Una profanación inaceptable. Menos mal que el modelo y la reelección de estos caudillos solo durará 300 años.

Suplementos digitales