La popularidad del máximo enemigo de Batman forma parte de la atención que la cultura pop le está dando a los villanos de los cómics. A pesar de las diversas versiones de este personaje en las historietas y la pantalla, siempre se lo mostró con una mente perturbadora.
Mientras el mundo intenta comprender, acomodarse en el dolor y el sin sentido de eventos inesperados imposibles de concebir o aceptar, sin importar la distancia, las sensaciones son las mismas. Dirán que es una locura pensar así, pero los caminos tienen la misma jerarquía en relación al futuro. Algunas torceduras comenzaron antes, otras después y seguirán presentándose indicios de una demencia mundial.
La víspera de Nochebuena de 1888, Vicent Van Gogh se cortó una oreja tras una fuerte discusión con su admirado Paul Gauguin, un suceso que marcó profundamente al artista holandés cuya condición psicológica empeoró en el año y medio que le restaba antes de acabar con su vida de un disparo.
La razón moderna (logos) establecida en buena parte desde la aparición del ‘Discurso del Método’ de Descartes no ha sido posible sino excluyendo a la locura. El loco es el ausente de la historia. Si no piensa, entonces no existe.
A decir de muchos, para ser escritor y, sobre todo poeta, se necesita cierto grado de locura que permita estar conectado con un universo de palabras donde el autor se convierte en una especie de Dios creador. Ese quizá fue el caso de Leopoldo María Panero, uno de los últimos escritores ‘malditos’ de España y del mundo.