La abogacía como estilo de vida

Hace poco me gradué como abogado. La presencia mi familia, las felicitaciones de mis amigos y los consejos de quienes tienen más experiencia que yo en esta profesión marcaron la tónica de aquella jornada dejándome un recuerdo imborrable y estremecedor.

Pero lo que más me marcó fue la promesa rendida ante el tribunal examinador que desde aquel momento adecuaría mi vida a las exigencias del Derecho, no entendido simplemente como un conjunto de leyes, sino como la continua exigencia de guiar mi vida por la senda de la rectitud colaborando a la práctica de la justicia a través del cumplimiento de las normas.

Puede que este pensamiento sea utópico, incluso ingenuo. Aun así, siento el llamado de mi conciencia y de mi país para – a través de este oficio – servir a la sociedad ayudándola a sanar de los males que la aquejan adoptando la siguiente frase, inspirada en Machado: No tu justicia, ni mi justicia, sino la Justicia, por eso ven conmigo a buscarla. 

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