Amigos y familiares estuvieron presentes, el mediodía de ayer, en el entierro del muralista, pintor, escritor y catedrático guayaquileño Jorge Swett Palomeque, quien falleció el pasado viernes.
Un autor con un credo revolucionario muy coherente. Así lo recuerda Lupe Álvarez, crítica de arte. En los años 60 y 70, en los que la llamada “revolución cultural” se esparcía por el mundo como un virus, Jorge Swett vio en los murales una herramienta de cambio en Guayaquil, una manera de difundir su fuerte compromiso social con la ciudad.
"Jorge Swett era una persona que sobre todo tenía un humor fino y espontáneo", comentaba esta tarde, con una sonrisa, Sonia Monroy, actual síndica de la Agrupación Cultural Las Peñas, de Guayaquil. Lo dijo luego de firmar una lista de asistencia al sepelio del muralista Swett, que se celebraba en el local de la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas, en el centro de la ciudad. Monroy destacaba la honestidad que marcó la vida del muralista y la solidaridad que tenía con las personas. El sitio de velación fue el auditorio del tercer piso de la institución, donde se improvisó el velatorio. En el interior había esta tarde cerca de 40 personas, entre familiares, amigos, artistas… También asistieron representantes de la Casa de la Cultura, de la Agrupación Cultura y Fraternidad y otras entidades artísticas de la urbe.
El muralismo ecuatoriano está de luto. El reconocido artista Jorge Swett Palomeque, falleció la tarde de ayer, en su natal Guayaquil.
Dice Jorge Swett, más en serio que en broma, que el muralismo “es para hombres”. Y lo dice así, con naturalidad, porque a él le ha tocado cargar sacas de cemento, cajas, preparar mezcla, treparse a grandes alturas en frágiles andamios y todo lo que comprende elaborar un mural.