Ecuador y Reino Unido buscarán soluciones a situaciones que están "fuera de la voluntad de Quito y Londres" en un afán por retomar sus vínculos bilaterales y llegar a una nueva normalización tras seis años de asilo al fundador de WikiLeaks, Julian Assange.
El nuevo embajador ecuatoriano en el Reino Unido, Jaime Marchán, viaja este domingo 16 de diciembre del 2018 a Londres, para hacerse cargo de una legación en la que está pendiente la resolución del caso del australiano Julian Assange.
El nuevo embajador de Ecuador en el Reino Unido, Jaime Marchán, viajará próximamente a Londres con el objetivo de fomentar una relación bilateral castigada por el caso del fundador de Wikileaks, Julian Assange, pero que considera "no está condicionada por su asilo".
El presidente ecuatoriano Lenín Moreno ha designado al experimentado diplomático Jaime Alberto Marchán Romero como nuevo embajador de su país en el Reino Unido, un misión en la que su principal propósito será resolver el caso del fundador de WikiLeaks, Julian Assange.
La corrupción ha logrado corroer el contenido de su propio concepto. Para el común de la gente, se reduce a sustracción de fondos públicos. Tan cuantiosos, eso sí, que resulta difícil calcular su magnitud. Se estima que la década correísta gastó más de trescientos treinta y cinco mil millones de dólares. Si los sobornos fueron -al menos- el 35 por ciento de esa suma, la usurpación sería de ¡ciento diecisiete mil doscientos cincuenta millones de dólares!
La política exterior es parte esencial de la identidad del Estado. Su construcción es un continuum a lo largo del tiempo; un acervo ético jurídico que incorpora postulados y normas básicas del derecho internacional y de la convivencia civilizada entre naciones.
Desde la firma de la paz con el Perú (1998) hasta el inicio de la década correísta (2007), nuestra política exterior hizo un viraje táctico hacia la frontera norte. Advirtió con sagacidad que el Plan Colombia -a más de combatir el narcotráfico- intentaba arrinconar a las FARC en la franja bajo su dominio fáctico, colindante con el Ecuador. La idea era obligarnos a movilizar recursos defensivos para crear un “efecto pinza” contra los guerrilleros colombianos y su lucrativo negocio de producción y exportación de cocaína a Estados Unidos, primer consumidor mundial. Es posible que esta parte del Plan hubiese funcionado si nuestra frontera fuera un muro compacto -estilo Trump o Netanyahu-, capaz de represar todo flujo “indeseable” entre vecinos y más allá de ellos.
Varios comentaristas han reaccionado indignados, y con razón, ante el hostigamiento a las Fuerzas Armadas perpetrado por el anterior régimen en su ciego afán de someterlas a sus intereses ideológicos, como hizo con los demás poderes e instituciones del Estado. Hoy, frente a los ataques narcoterroristas en la frontera norte -que han derramado sangre de soldados ecuatorianos y que mantienen en vilo a la sociedad ante el secuestro de tres periodistas de este Diario por parte de fuerzas irregulares colombianas-, se han hecho evidentes sus nefastas consecuencias. Pero ¿y la Cancillería? ¿Acaso se puede ignorar la sistemática destrucción del Servicio Exterior de carrera con iguales propósitos?
Un retrato distópico de los gobiernos populistas que aparecieron en la región durante las últimas décadas. Así se puede definir a ‘Anaconda Park. La más larga noche’, la nueva novela del escritor ecuatoriano Jaime Marchán.