Hugo Mayo irrumpió a comienzos del siglo anterior en la literatura hispanoamericana a fogosa contracorriente del modernismo imperante. Fracturó su estética, nutrido por el dadaísmo, el ultrismo y el creacionismo, pero con identidad propia; fundó revistas, convocando a los grandes de la vanguardia. Su poesía apareció junto a la de Borges, Huidobro, José Juan Tablada, Maples Arce, Neruda, César Vallejo… “El hombre siglo descubrió en retorno/ su vieja soledad ya disecada”. El poeta abandonó Manta, su lugar de origen, para vivir en Guayaquil. Miguel Augusto Egas fue su nombre, pero, iconoclasta y turbulento, adoptó el seudónimo de Hugo Mayo para que nadie osara confundirlo con su hermano José María, el laureado poeta místico.
El poema final del escritor ecuatoriano David Ledesma Vásquez (Guayaquil, 1934-1961) fue encontrado en el bolsillo de su camisa la noche que se ahorcó en la casa de sus padres, con 26 años. Es un texto en el que se despide y le pide perdón a su madre. “Yo te regalo un muerto. Cuídalo bien. Es tuyo.