La Feria

Había que estar allí adentro para saber lo que era la fiesta, donde los aficionados formábamos una cofradía, por ello cuando algún humilde empleado del coso celebraba sus tantos años de labor nos poníamos de pie para rendirle homenaje. Hasta se cantaba el Himno a Quito. Alguna vez fui a parar cerca de la última fila; pero allí me recogieron nuevos amigos, viejos y tradicionales aficionados que ocupaban por generaciones los mismos estratégicos puestos durante 40 años. Allí estaba doña Dina, la tía, con su bota de buen vino para compartir con todos. ¡Qué generosidad y bondad sin límites! Así se vivía la fiesta brava. ¡Qué maravilla!

Vamos a extrañar la Feria Jesús del Gran Poder. Nuestra querida fiesta. Si hasta el padre Fernández donaba el trofeo. La han malherido pero los ecuatorianos no vamos a permitir que desaparezca. Porque vivirá en Machachi. Vivirá en Latacunga. Vivirá en mi Riobamba, vivirá en Chimbo y otros pueblos. Cómo olvidar los gritos de Libertad, Libertad, Libertad.

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