En economía...

Unas cosas andan bien, por lo menos en el corto plazo, aunque no podemos decir lo mismo si la mirada toma un horizonte superior. Indiscutiblemente la crisis del Medio Oriente y la inseguridad en el abastecimiento de petróleo dan beneficios a los países que tienen capacidad de exportar sus excedentes, pero ocasiona daño a los importadores netos. Por fortuna estamos entre los primeros, pero nos gastamos hasta el último centavo que entra a la caja fiscal y todavía nos falta para atender todas las enormes obligaciones, en su mayoría de gasto del Presupuesto Nacional.

Con esta plata adicional que ingresa al país y la reciben el Gobierno y las compañías petroleras, cambia para bien la posición de la balanza de pagos. El déficit comercial se reduce y hasta reaparece un pequeño superávit, con lo cual la angustia de una desmonetización o contracción de la cantidad de dinero disponible en el país, da una pausa y se dilata en el tiempo. El problema no desaparece, pues está también afectado por los daños que ocurrirán con las exportaciones nacionales a los EE.UU. como consecuencia de la no renovación de la Atpdea. El balance neto ya lo veremos en el tiempo, en vista que los aumentos consecutivos de los precios de las materias primas en el mundo ya corroen los cimientos de algunas economías, entre la cuales, ahora para mal, estamos nosotros, e incluso son el detonante social que viven los países en los cuales las dictaduras no han sabido resolver los problemas de pobreza y desigualdad. Ninguna dictadura lo hace. Ni las de izquierda con su mensaje mesiánico.

Pero esto convive con nuevos experimentos inexplicables desde todo punto de vista, técnico o político, ahora vinculados a la idea de crear medios de pagos sustitutivos del dólar. Los famosos UDIS, billetitos emitidos por ciertas cooperativos de algunas parroquias rurales del Azuay con la garantía (?) del BCE, el publicitado Sucre para transacciones internacionales y, finalmente, uno llamado pomposamente Dinero Electrónico, que no existe en ninguna parte del mundo en donde la tecnología financiera está muy desarrollada, pero que por acá se lo quiere establecer en el BCE bajo un argumento que confunde mecanismo de pago de obligaciones con emisión de dinero con poder liberatorio, lo cual, además, en dolarización está expresamente prohibido hacer al BCE.

Estos experimentos, en cambio, son mal aguero para el país. Se siente como se buscan resquicios para romper el buen manejo de las instituciones financieras confundiendo responsabilidades, pues se quiere utilizar a las cooperativas para que ‘emitan’ billetitos, reciban depósitos sin tener capital, mientras ciertas autoridades monetarias rebuscan todo lo que pueden para encontrar la vía que les permita reincorporar su función emisora, que ya no la tienen.

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