En la relación prensa-poder político hay dos aspectos: la visión de quienes están en el poder y la consideran “enemiga”; y la que responde a una realidad beneficiosa.
Muchos del poder se fastidian cuando los medios de comunicación exponen hechos y sucesos que ocurren en las esferas subalternas de la administración; actitud que en lugar de ser adversa es beneficiosa para el gobernante, pues descubre lo que están haciendo, en silencio, algunos colaboradores. Por ejemplo, el Presidente compromete públicamente ayuda económica a determinado ciudadano, pero los subalternos no han cumplido la orden. El Presidente se entera por la prensa.
En la ceremonia recordatoria del Día de la Libertad de Prensa, el Presidente de la Unión Nacional de Periodistas, Lcdo. Vicente Ordóñez Pizarro, recordó hechos traídos a la luz por los medios de comunicación, no solo ahora sino desde el 15 de noviembre de 1922, cuando se produjo la matanza en Guayaquil. En actitud estrictamente cívica, la prensa ecuatoriana llamó a la unidad nacional para afrontar la guerra con el Perú. En el aspecto económico expuso los problemas de sucretización de la deuda; la compra de arroz con gorgojo y otros.
Agregó el orador: “Somos ‘culpables’ de haber descubierto el caso Ecuahospital, la desaparición de los hermanos Restrepo, el problema de los gastos reservados, el negociado de las planchas de acero, el caso Flores y Miel, aeropuerto de Los Perales”. También de haber informado al país sobre el atraco bancario, el caso Filanbanco, el de la Mochila escolar, el negociado de las visas chinas, el poder del cuñado Villa, el caso del cura Flores, la ‘Pichicorte’. Los periodistas fueron los únicos ‘culpables’ de haber informado sobre el caso del notario Cabrera; el exceso policial en Fybeca; el caso del ‘comecheques’, los ‘pativideos’, el Gran Hermano, etc. etc.
“¿De qué libertad se habla en un país en el que publicar una opinión que el Gobierno considera adversa tiene doble castigo: al periodista que opina y al medio que lo publica?”, añadió.
La libertad de expresión no es solo para el sector periodístico sino para todos los ecuatorianos. ¿Por qué vilipendiar y enjuiciar, por ejemplo, al columnista Emilio Palacio; y, concomitantemente, a El Universo, ya que la persona jurídica no es sujeto activo de delito? ¿Por qué castigar el desliz de un ciudadano por gritar “fascista”, si cada sábado el propio Jefe de Estado usa calificativos peores?
En uso de la libertad, muchos medios se encargan de exaltar al Jefe de Estado y su labor.
¿Por qué considerar “enemiga” a la prensa que le ayuda in-formando de casos negativos de subalternos?
Actualmente, la responsabilidad ulterior existe: si el periodista injuria, por la vía penal puede parar en la cárcel; y puede ser enjuiciado civilmente por la causa que está de moda: el daño moral.