Un sonómetro instalado por la Universidad de las Américas determinó que Quito emite de 80 a 90 decibelios, lo que quiere decir que la ciudad es ruidosa.
“Si en tu cilindro ya no queda más, tranquilo ya llegó el gas”. La escena se repite todos los días en calles de Quito. Y hay otras: “Naranjas frescas, naranjas dulces”. “Compro chatarra vieja, hierro viejo, lata vieja, cocina vieja…”.
Es apenas una cuadra, pero en ella se concentran todos los elementos para que la bulla sea un dolor de cabeza.
Desde el 1 de junio del 2018, hasta el 30 de ese mes, 36 establecimientos que funcionan en el sector de La Mariscal, norte de Quito, fueron notificados por la Secretaría de Ambiente por exceder el límite de contaminación acústica que establece la norma.
La contaminación acústica, pese a las graves consecuencias que tiene para la salud- desde la pérdida paulatina de la audición al insomnio- sigue siendo un problema poco atendido en México, informó este 28 de diciembre del 2017 el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).