Tal vez el problema era que había visto Singin’ in the rain (1952) hace poco tiempo pero, durante la primera parte de La la land (2016), no podía dejar de preguntarme: ¿cómo nadie ha escrito sobre lo limitados que son Ryan Gosling y Emma Stone para bailar? No tuvieron que pasar muchos minutos para que la misma película -que ya ganó siete Globos de Oro y ganará un número no menor de premios Oscar- me golpease, para mi bien, como una piedra en los dientes. La verdadera pregunta ahora era: ¿por qué hablar de algo que llega a ser imperceptible, incluso tierno, junto a todo lo que nos da Damien Chazelle en su tercer trabajo como guionista y director que, si aquello es posible, incluso logra superar a su espectacular Whiplash (2014)? ¿Por qué no preguntarnos qué está pasando con este tipo que recién acaba de cumplir 32 años la semana pasada?