El bosque seco ecuatoriano, esa otra variedad tropical mucho menos exhuberante de lo que la gente suele imaginarse, vive en una persistente lucha contra el cambio climático y la amenaza de un ser humano que no conoce fronteras.
Es casi mediodía y el sol es abrasador en Lusaka, la capital de Zambia; Los 34 grados centígrados que marca el termómetro son impropios de noviembre. El comienzo del verano austral está siendo inusual, una llamada más de atención frente a la crisis climática.
El color negro predomina en las imágenes tomadas el 16 de septiembre del 2015, un día después de que un incendio forestal en el cerro Auqui afectara a los sectores de Guápulo, La Floresta y Monjas. Las fotos retratan la inclemencia del fuego en Quito. Donde antes existían bosques y pajonales ahora se ve el carbón y árboles caídos. Las llamas también asustaron a los residentes de la zona, quienes fueron evacuados. Fotos. Diego Pallero/ EL COMERCIO
Desde la mañana hoy, jueves 19 de junio, se realiza en la Universidad Casa Grande (UCG) un foro sobre el futuro de los bosques secos en Guayaquil.