La teoría del péndulo parece que se está cumpliendo en la región con un riesgo fundamental: que la distancia de un punto a otro se extreme hacia radicalizaciones irreconciliables. En principio, la alternancia es signo de salud democrática, evita la hegemonía de una sola orientación. Sin embargo, también deriva en un problema: el bipartidismo, que, más parecido a un reparto del poder de una élites, excluye a las otras tendencias. Y se puede reducir a algo aún peor: el predominio de una sola corriente, cuya poderosa maquinara no solo niega sino que anula al resto. Y sin duda está el otro lado de este problema: la proliferación de organizaciones, muchas de casi nula representatividad y aún menor capacidad estructural y arraigo para sostenerse en el tiempo.
El popular exalcalde Nayib Bukele se convirtió este domingo 3 de febrero del 2019 en el presidente electo de El Salvador al ganar en la primera ronda electoral, con lo cual rompió el bipartidismo de derecha e izquierda, desgastadas por la corrupción y la persistente violencia de las pandillas.
España fue a las urnas el 20 de diciembre último y Estados Unidos concurrirá el 8 de noviembre. La gran pregunta que se hacen los ciudadanos de los dos países es ¿quién será el presidente? Las dos naciones y sus jornadas electorales son muy diferentes pero por ahora coinciden en esa pregunta y en la dificultad de la respuesta. Tanto en España como en USA hay expectativa, además del interés internacional.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, se mostró hoy 16 de octubre a favor del bipartidismo al considerar que la oposición debería unirse para que solo dos partidos compitan en los futuros comicios, como los previstos para elegir a gobernadores y alcaldes en 2015.