A horas de que finalice el plazo del Gobierno para recibir las propuestas de la consulta popular (hoy 26 de septiembre del 2017 a medianoche), el Presidente de la República dio una nueva pista sobre el contenido que se podría incluir en la papeleta.
Columnista invitado Hace más de 60 años en el colegio aprendimos que el Gobierno del Ecuador era “popular, representativo, electivo, alternativo y responsable”.
Es muy difícil que haya ecuatorianos que añoren la situación del país antes de la revolución ciudadana: oficinas públicas viejas, deterioradas, descuidadas, con una atención de pésima calidad, carreteras malísimas, cortes de luz, huelgas de maestros, disturbios callejeros y bloqueos de las vías, violencia verbal y física en el Congreso Nacional, cientos de miles de compatriotas emigrados por falta de trabajo y de recursos económicos, derrocamientos de presidentes.
La calidad de una democracia se mide no sólo por su forma de elegir –o reelegir– a los gobernantes, sino también por la manera como los remueve de su puesto. Es que elegir –o reelegir– a un candidato en votaciones libres no basta para calificar de democrático a un sistema político porque puede ocurrir que, una vez posesionado, el gobernante se apodere de todas las instancias del Estado y se haga dictador.
La alternancia en el acceso al poder político es burguesa en su origen. Hoy representa una conquista evolutiva irrenunciable para las democracias contemporáneas. Surge como parte de la construcción del Estado moderno en la lucha contra la institucionalidad de las monarquías y de sus principios de legitimación: el de la sucesión hereditaria y el de la legitimidad por gracia divina.