El calendario de la vida con su implacable mutación de las horas, va dejándonos muchas huellas en el alma. Ahora todo descansa en la soledad del afecto: la memoria imborrable de Alfonso Barrera. Resulta difícil hacer una semblanza de quien fuera novelista, poeta, jurista y diplomático. El inexorable destino de la muerte, nos deja la huella perdurable de sentir que sus palabras permanecen en el arca de los recuerdos. Pienso que la grandeza espiritual del hombre no puede morir. Su vida fue una expresión de sencillez, talento y bondad. En su alma de poeta habitaban la comprensión, de amor y esperanza. Un autor dijo: escribe y seguirás enseñando después de tu muerte. Efectivamente los libros perduran más que sus propios autores, la difusión de la cultura a través del libro, constituye el mejor medio para alcanzar una auténtica presencia. Todo hombre que escribe sigue viviendo entre las hojas blancas o amarillentas de un libro, se eterniza de algún modo. Alfonso Barrera buscó completar su t
"La presencia de los seres a los que llegamos a amar es un regalo, bello regalo cuya duración debemos agradecer. En todo saludo hay una despedida", escribía Alfonso Barrera en el epílogo de Sancho Panza en América o la eternidad despedazada, último libro suyo. ¿Saludo con él o lo despido?: lo veo aún en la Academia, frágil, gastado por la enfermedad sin pausa de sus últimos años: junto a su hijo, conversa entusiasta sobre este último libro, que él ama. Le digo que es una obra que permanecerá… ¡La amistad de Alfonso, don singular que acaba de extinguirse, para iniciar su lucha contra la larga jornada de la ausencia! El poeta de Tiempo secreto, el novelista de Dos muertes en una vida y Heredarás un mar que no conoces y lenguas que no sabes y El país de Manuelito, obra, esta última, de fervoroso andar por los caminos de la patria; el diplomático sutil y generoso que dejó la impronta de su fino talento en los países en que nos representó; el ministro de Relaciones Exteriores a quien tocó d