La combinación del aceite con hierbas u otros aceites esenciales permite crear nuevos sabores. Foto: Vicente Costales/ Sabores.
El aceite es un producto vanidoso dentro de la gastronomía. Se lo puede perfumar, aromatizar y saborizar con una infinidad de alimentos para potenciar las comidas en las que participe. Con alteraciones mínimas, cambian totalmente los platillos.
En el país, este hábito se ha fijado en los chefs. Aunque también se puede hacer desde casa, para aprovechar aceites neutros como el de maíz y de girasol o diferenciar el de oliva. El aceite tiene la propiedad de extraer y conservar, dice Pamela Rosero, creadora de Salma, que contiene una línea de aceites aromatizados. Las cualidades organolépticas de hierbas aromáticas, especias o condimentos se impregnan en los aceites para crear combinaciones que dan más sazón a la cocina.
Ajo, romero, ají, tomillo o menta son algunas de las opciones que se pueden combinar con aceites, para dar un giro a las comidas. Mientras más tiempo se maceran, mayor aroma tendrá el aceite. Para ello, Rosero explica que es necesario utilizar frascos de vidrio, porque no tienen poros que filtren otro tipo de olores y permiten una mejor conservación.
Para obtener un sabor característico, se recomienda dejar las especias mínimo durante dos semanas. Rosero añade que, en casos extremos, se pueden colocar los frascos en baño maría por unos minutos, para extraer más rápido las esencias, aunque no se obtiene el mismo resultado.
Otra forma de entregar sabor a este producto básico en la cocina implica mezclarlo con aceites esenciales de frutas o hierbas. Rafaela Rodríguez, directora comercial de Isabrú -línea de aceites saborizados-, cuenta que la marca nació para crear aceites que funcionen, en sí, como condimentos que puedan agregarse tanto a ensaladas como usarse en la maceración de carnes. Así se crearon mezclas con aceite de girasol y aceite de ajonjolí tostado, de albahaca o de frutas como el limón y la naranja.
La aplicación de estos aceites en la gastronomía es tan vasta como la curiosidad de los comensales. Para Rodríguez, el aceite de albahaca, por ejemplo, puede reemplazar a la hierba -que tiende a secarse rápidamente- en pastas de tomate o en una ensalada capresse.
El aceite con ají, dice Rosero, puede usarse en el canguil o para marinar un pollo, entregando un toque picante que diferencia la comida. Con aceite de romero, incluso las papas fritas dan un giro gourmet.
En un país donde los refritos son la base de las comidas, añadir aceites aromatizados a la ecuación resulta en una composición de carácter fuerte y sabores marcados. A través de la combinación de aceites esenciales o la extracción de aromas frescos, los aceites configuran un mundo aparte para crear nuevas experiencias.