Un libro recoge las exigencias culinarias de algunos dictadores. Foto: Wikicommons.
¿Cuánto se puede conocer de una persona a través de sus hábitos alimenticios? Resulta que mucho según el libro el libro ‘El banquete de los dictadores’ en donde se recoge la historia y se realiza un escrutinio culinario de los grandes dictadores de las últimas décadas. Las autoras del texto son las periodistas Victoria Clark y Melissa Scott quienes habrían cubierto como corresponsales en varias zonas donde nacieron o vivieron los dictadores.
El libro se publicó en el 2014, sin embargo, ha retomado popularidad a través de la Web con un video realizado por Playground -esta semana- que resalta algunos de los antojos más comunes de los dictadores. Entre Hitler, Mussolini, Franco, Stalin, Muamar Gadafi, Mao Zedong o Kim Jong II las extravagancias parecen mentira pero el libro las rescata en recetas en un texto que incluye fotografías provocativas.
A través de las anécdotas de cocina las autoras trazan rasgos que los asemejan a pesar de sus diferencias. El cuidado en su dieta para evitar envenenamiento o la obsesión con ciertos alimentos son algunas de las lecturas dentro del texto. Entre las obsesiones destacan la del mandatario norcoreano Kim Jong II quien tenía a decenas de mujeres seleccionando cada grano de arroz para que todos los que ingiriera coincidieran en tamaño y color.
El primero de los dictadores que les llamó la atención fue Josip Voz Tito el dictador de Yugoslavia desde 1943 hasta 1980. Scott habría recibido un libro sobre las comidas de Tito y conversó sobre ello con su colega Clark. Así fueron puliendo la idea y armaron un listado de 26 jefes de dictaduras cuyos gustos culinarios rebasan los caprichos.
De Tito, recuerda Scott en una entrevista al portal Dinner Party, se conocen los excesos a bordo de yates con invitados del mundo del entretenimiento, se dice incluso que Sophia Loren lo ayudaba a cocinar. Pero un platillo que le recordaba a sus orígenes siempre se mantuvo en su menú pues se comía la grasa de cerdo en pedazos.
Entre las preferencias de Mussolini, por otro lado, estaba el ajo crudo en abundancia en una ensalada con aceite y limón. Mientras que a Sadam Hussein le preparaban comida en sus 12 residencias todos los días por si acaso se presentase en alguna de ellas.
Hitler se regocijaba en pichones rellenos de lengua y piñones y Mao Zedong hacía que recolecten en una granja especial el arroz para su consumo puesto que venía del mismo manantial que proveyó a la corte imperial. Así resume algunas de las extravagancias del libro la periodista Begoña Gómez para El País
El libro ha sido catalogado como objeto de estudio culinario y un novedoso eje para el ámbito gastronómico de la literatura. Pues bien dice el refrán “dime lo qué comes y te diré quién eres”.