Un contenedor centenario se apega a la cocina rápida en Quito. Aunque siempre se los haya relacionado con la comida china, los envases de cartón utilizados en la comida lista para llevar o ‘take out’ son creación estadounidense.
En el Chicago de 1894, el inventor Frederick Weeks patentó su versión a prueba de derrames y con un alambre del que se lo puede colgar, inspirado en el origami oriental. Los contenedores han evolucionado y ahora llegan a Quito bajo conceptos modernos, estilizados y por supuesto de comida rápida.
En el restaurante Al Mio Modo, el envase de cartón en forma de recipiente -para comer directamente de él- viene como parte del estilo que describe su comida como ‘casual food’. Según Álvaro Zúñiga, socio del restaurante, esta cocina combina la tradicional comida italiana, con las preparaciones rápidas y la cocina vista.
Al Mio Modo ofrece pastas artesanales elaboradas en el local donde se puede ver su preparación y consumir los alimentos frescos. Todos los platillos se cocinan con aceite de oliva y se acompañan de queso parmesano. La preparación demora aproximadamente cuatro minutos. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO.
La elección de ingredientes es a discreción del cliente, teniendo la base de pastas: espagueti, penne rigate, ravioli o sorentino, entre otras a elección. Se añade además uno de los seis tipos de salsas que ofrecen y los ‘toppings’ que incluyen jamón, champiñones, tocino ahumado, pollo, aceitunas, vegetales y más.
Para Ricardo García, socio de la franquicia Wok to Walk, en Ecuador el restaurante se rige bajo tres ejes que son: comida sana, rápida y fresca. Lo que el comensal puede servirse en el restaurante. Pero al recibir el producto en un contenedor de cartón, el público también lo puede llevar a donde desee.
En Wok to Walk, el tiempo de elaboración de los platos toma entre tres y cuatro minutos. El wok utiliza fuego vivo que permite reducir el consumo de aceite para evitar alimentos grasos. Además, el calor directo sella los ingredientes para que se pueda aprovechar su valor nutricional. Foto: Julio Estrella/ EL COMERCIO.
Mediante tres pasos básicos sus clientes pueden escoger los platillos inspirados en el sudeste asiático. Los platillos crean distintas combinaciones que pueden ascender hasta a 10 000 preparaciones.
Se empieza por escoger una base de entre las seis opciones como los tallarines de huevo o de arroz o las verduras mixtas. Los favoritos se añaden a elección del comensal y pueden tener 14 variedades entre los tradicionales de pollo o carne de res hasta las opciones más elaboradas como el tofu, el shitake o los favoritos del mes y las salsas que muestran distintos niveles de picante.
Ambas propuestas coinciden en que el ritmo de vida agitado de las personas les deja poco tiempo para sentarse a comer en restaurantes de mantel, sobre todo durante la hora de almuerzo. El envase amplía las opciones del comensal para consumir la comida en casa, en la propia oficina o en lugares públicos de su preferencia.
Para Daniel Ascázubi, socio de Al Mio Modo, este último punto es clave en la nueva generación de comensales, puesto que el cliente se adueña de los espacios públicos, de la calle y los parques.
La comida es un paso importante en esta adjudicación. Al servir en envases con diseños sobrios abren la posibilidad de llevar comida elaborada con recetas de chef y consumirla en plazas o parques, marcando una apropiación por parte del público hacia su ciudad y un distanciamiento hacia los restaurantes de mantel que gobernaron el buen comer por mucho tiempo.
Además, el comensal toma las riendas de las recetas que consume, al elegir los ingredientes de su plato. Detalles que suman en esta generación, donde el público no solo quiere ser espectador sino partícipe de las experiencias.
Por ello, para Manuel Lucero, director de marketing de Wolk to Walk, en la cocina vista, el fuego en llama alta no solo sella los nutrientes de los ingredientes sino que es una experiencia visual de energía y libertad para el cliente.