Transmitir un momento tan hermoso, definitivo e irrepetible como el nacimiento de una vida solamente es posible cuando la gente tiene en sus manos la posibilidad de difundir alegría y esperanza entre los suyos.
El mundo ya no es ni enorme ni tampoco inalcanzable: el tamaño está determinado por la capacidad de conexión que posea la gente y de compartir sus momentos más vitales y emotivos, aquellos que nos definen como humanos. Ecuador ya cuenta con la tecnología
para compartir momentos de esa magnitud como son, por ejemplo, que un padre pueda no solamente entrar al parto de su hijo a tomar fotos, como era antes, sino compartirlo con sus seres queridos en tiempo real, en directo, desde su teléfono
móvil.
Transmitir un momento tan hermoso, definitivo e irrepetible como el nacimiento de una vida solamente es posible cuando la gente tiene en sus manos la posibilidad de difundir alegría y esperanza entre los suyos. Es el verdadero poder de compartir
lo que más importa. Compartir el ambiente del parto, que únicamente la madre, el padre y los médicos entienden, pero que los familiares, sobre todo los más jóvenes, aprenden a conocer gracias a la tecnología.
Compartir las palabras que el padre pronuncia mientras se desarrolla todo y por fin aparece la cabeza del bebé. Compartir el instante en que el médico sostiene a una nueva criatura y corta el cordón umbilical. Compartir la tranquilidad de
que todo ha salido maravillosamente bien, con un nuevo ser que llora mientras los demás festejan. Que más personas puedan compartir es la razón que impulsa la necesidad de evolucionar tecnológicamente para obtener la mejor capacidad posible
de concretarlo.
Mejorar la capacidad de compartir y contar con una Gigared 4.5 G no es una mera frivolidad, sino que equivale a mejorar la inclusión social con eficientes descargas de datos, claridad de voz e imagen. Es mejorar la velocidad para conectarnos
con los que amamos y también con los que dependen de nosotros. Es multiplicar la capacidad de enlazarnos con varios equipos al mismo tiempo. Es hacer de la Alta Definición una experiencia enriquecedora. Es llenar los oídos con la música
que alegra la vida. Es aumentar el señorío sobre el manejo de las cuentas, las tareas y las horas. Y es, por supuesto, contar con el poder de compartir lo que más importa.