La Selección fue el termómetro de la crisis

La Selección fue el termómetro de la crisis :: EL COMERCIO

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Especial
1 de Enero

La Selección fue el termómetro de la crisis

Cristian Noboa se lamenta por la eliminación ante Perú. FOTO: Vicente Costales / EL COMERCIO

La desorganización del fútbol nacional se evidenció en el desempeño de la Selección.

El entrenador Gustavo Quinteros desató una crisis y una disputa de poder con los dirigentes.
Esa confrontación reflejó un estilo vetusto de administración deportiva, que resulta insostenible.

Un audio de Quinteros, en el que decía que
“no merecían clasificarse al Mundial con este tipo de gente (se refería a los dirigentes de la Federación
Ecuatoriana de Fútbol, FEF)”,
fue uno de los detonantes.

A medida que aparecieron estos inconvenientes, aumentaba la decadencia de la Tri. La Selección pasó de ser
una de las favoritas para ir al Mundial 2018 a convertirse en un fracaso, hasta llegar al puesto 71 en la
clasificación de la FIFA, el peor en la historia.

Las equivocaciones de la FEF fueron recurrentes. Los futbolistas no tienen un respaldo para cobrar sus salarios
atrasados.

Ese descenso evidencia una errónea gestión del actual Directorio de la Federación, que preside Carlos Villacís. Uno de sus
errores fue darle libertad de acción al técnico Quinteros y a su equipo de trabajo, sin supervisar sus acciones.

Los desproporcionados salarios que ganó el último cuerpo técnico de la Tricolor contrastan con lo que recibieron
anteriores profesionales que sí llevaron a Ecuador a Mundiales.
Solo Quinteros ganó USD 1,1
millón anual y en tres años facturó USD 4,8 millones (incluidos sus asistentes), desde marzo del 2015 hasta
septiembre del año pasado.

Ese terreno accidentado por el que transitó la Selección en el último año se mostró en el juego contra Argentina,
antes del cual cinco seleccionados se escaparon de la concentración. Luego jugaron con la venia del técnico
interino (Jorge Célico) y de los dirigentes. Eso evidenció aún más el embrollo en que terminó la Tricolor.

El partido de la fecha 16 de las eliminatorias sudamericanas, significó la eliminación de Ecuador del Mundial de Rusia 2018 y el último cotejo que dirigió el entrenador argentino nacionalizado boliviano Gustavo Quinteros. FOTO: Diego Pallero / EL COMERCIO

El panorama en los próximos cuatro años es poco alentador para la Selección:
la mayoría de futbolistas que actúan en clubes del exterior es suplente. El caso de Antonio Valencia
es de excepción.

Paralelamente a la eliminación de la Tricolor llegaron los reiterados reclamos del gremio de futbolistas
por salarios atrasados a sus afiliados.

Los clubes adeudan más de USD 5 millones, solo en este año, sin que haya una respuesta y postura
de la Federación para evitar que se repitan casos de jugadores que son sacados de sus departamentos porque
no tienen dinero para pagar los alquileres, como sucedió en Machala, con la plantilla de Fuerza Amarilla,
o pensiones en escuelas y colegios.

Esos ejemplos forman parte de una cadena de
causas que tienen al balompié en una ­crisis institucional y económica, que los dirigentes anteriores
y actuales de la FEF se niegan a reconocer.

El fútbol ecuatoriano se sostiene a través de lo que hacen sus clubes, especialmente los de la Serie A,
y la Selección. El resto, los de la B y los de la Segunda categoría, juegan en un territorio poco promisorio.

26,4

millones gastó la Ecuafutbol en la eliminatoria. Quinteros y su equipo ganaron USD 4,8 millones.

Otra muestra de ese desorden es lo que pasó con decenas de equipos, que fueron multados (en la Serie A) y
penalizados con pérdidas de puntos (en el fútbol provincial)
porque no inscribieron médicos
en sus planillas para los partidos oficiales, recurso obligatorio exigido por la FIFA.

Queda en duda si esta actividad es profesional en el país, ya que los mismos clubes se amparan en una ley
que les permite operar como entidades sin fines de lucro.

La FEF tiene una legislación frágil, que es elaborada por los mismos clubes y asociaciones de fútbol, que
la usan, pero en la misma forma la derogan con frecuencia.
Emiten resoluciones de sus comisiones de dirigentes, según sus intereses. Ejemplos: las sanciones
al estadio Jocay y Capwell y a varios futbolistas se levantaron días, o una semana, después.

5

millones adeudan los clubes por salarios atrasados, según la AFE.

Con esos antecedentes, la Ecuafútbol empezó un plan para mejorar la estructura de los clubes. Ahora les exige
una licencia para operar. Otra de sus propuestas es fortalecer las selecciones juveniles, con controles en
las adulteraciones de edades y la regulación de los torneos juveniles y de Segunda categoría.

Esa organización promueve como una solución a la crisis,
el millonario contrato que firmó con la empresa Goltv, que supuestamente generará USD 270 millones en 10
años,
por concepto de la venta de los derechos de TV del torneo. Ese dinero será destinado a
los clubes de las Series A y B. Sin embargo, eso es poco alentador porque se desconocen las reglas de juego
para las operadoras de televisión pagada que retransmitirán los partidos, desde febrero.

Reestructurar el modelo de organización deportiva

Oswaldo Paz y Miño
Abogado e investigador jurídico

El deporte requiere cambios para el 2018. Al menos el prólogo de aquellos, de la mano del Estado... para todas
las disciplinas.

Oswaldo Paz y Miño

El deporte requiere cambios para el 2018. Al menos el prólogo de aquellos, de la mano del Estado... para todas las disciplinas.
A partir de reemplazar la Ley de la materia por una moderna que esté a la altura de los esquemas de los países
desarrollados. El modelo de organización deportiva se ha vuelto obsoleto.

El poder Ejecutivo tiene que establecer políticas de Estado recordando que: “La práctica de la educación
física, la actividad física y el deporte son un derecho fundamental para todos y eleva el nivel de los pueblos.
La máxima autoridad ministerial debe estar capacitada y enterada para ejecutar la propuesta de la política
trazada en el deporte.

El cargo de Ministro del Deporte no tiene que concederse por demandas populares o para cumplir compromisos.
El Estado debe recuperar protagonismo y dejar su papel de segundón en los temas que -por obligación- le competen.
Ejemplos: problemas laborales de los deportistas profesionales y entrenadores. En el 2018 tiene que imponerse
el ‘fair play’ (juego limpio) en el deporte en el mundo entero. Y nunca más repetirse lo sucedido con el
fútbol ensuciado por dirigentes corruptos.

Es obligación que el país se replantee formas para salir del retroceso que tuvo el año que acabó. Los resultados
en los Bolivarianos y la ubicación de la Selección, después de su fracaso, en el escalafón FIFA lo reflejan.
La Liga del Fútbol Profesional y las sociedades anónimas deportivas son la solución para dar el vuelco que
demanda el país. Cambios implican mejoras en el ‘fair play’ financiero, tributario, laboral y deportivo en
el país.

EL HECHO

El deporte de alto rendimiento tuvo pocos resultados

Ecuador empezó el segundo ciclo olímpico con un Plan de Alto Rendimiento (PAR) que implementó nuevos experimentos
con pocos resultados.

Este programa lo creó el Ministerio del Deporte, en el 2013, con el objetivo de apoyar económicamente a
los deportistas de alto rendimiento durante los cuatro años del ciclo olímpico. Además de acceder a una beca
mensual, los deportistas reciben apoyo para sus entrenamientos, preparación y participación internacional.

El primer ciclo olímpico fue entre el 2013 y 2016, con USD 50 millones de inversión.

Neisi Dajomes, de 19 años, ganó la medalla de plata en el Mundial de Pesas, en los 75 kilos, el año pasado. FOTO: AFP.

En el inicio del segundo ciclo olímpico, el Ministerio del Deporte volvió a realizar cambios porque tuvo
recortes en el presupuesto por parte del Ministerio de Finanzas. El año que terminó (2017) solo se gastaron
USD 8 millones.


De los 274 deportistas que se beneficiaron del plan en el 2017,
apenas un 10% respondió con resultados en los torneos mundiales, panamericanos y sudamericanos a los que
asistieron.
En los Juegos Bolivarianos, la delegación alcanzó la mitad de las medallas de oro
que logró cuatro años antes.

Uno de los deportes destacados fue la halterofilia, que promovió a jóvenes talentos que ganaron medallas
mundiales.
Neisi Dajomes, de 19 años, fue la Mejor deportista del año por sus medallas en el Mundial Absoluto, Mundial
Juvenil y en los Juegos Bolivarianos.

En el 2017, Ecuador sumó cuatro títulos mundiales, dos en categoría juvenil y dos en prejuvenil.

Ella y su hermana Angie Palacios Dajomes, medallista mundial en la división Júnior y Juvenil, se constituyen en los prospectos de mejor crecimiento deportivo.
Otro ejemplo: la nadadora Samantha Arévalo, quien fue novena en los Juegos Olímpicos del 2016, y un año después ganó la medalla de plata en los 10 km de Aguas Abiertas.
El 2017 se entrenó en Italia y, además, ganó dos medallas de oro en los Juegos Bolivarianos.
En el año que culminó, Ecuador tuvo a 12 medallistas mundiales, de ellos cuatro lograron preseas de oro: las dos hermanas Dajomes, el escalador Carlos Granja y la prejuvenil Glenda Morejón, quien estremeció al país por la forma cómo logró este título mundial en los 5 km marcha: con zapatos rotos y en total olvido de la Federación Ecuatoriana de Atletismo, pues no estuvo incluida en el Plan de Alto Rendimiento.

274

deportistasformaron parte del Plan de Alto Rendimiento

Este error técnico y administrativo solo confirma la serie de falencias que tiene el PAR, en el que se mantienen deportistas que no demuestran progresos en marcas y ubicaciones. Aquí no hay control técnico por parte del Ministerio del Deporte, como organismo rector. Es necesario que haya una revisión exhaustiva, sin cálculos políticos e intereses de las federaciones ecuatorianas, para respaldar a nuevos talentos.
El primer paso del Ministerio será reorganizar el Plan de Alto Rendimiento, que bajará de 13 a siete categorías y tendrá otros parámetros de evaluación para seleccionar a los deportistas con proyecciones a los Juegos Sudamericanos, Panamericanos y Olímpicos de Tokio 2020.

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