El “zapatazo”

Fue con demasiada ligereza que se conocieron y analizaron los resultados de las elecciones municipales y de casi todas las regiones autonómicas, realizadas hace pocos días en España. Y esa extrema premura fue muy inconveniente, ya que si bien algunas circunstancias eran exclusivas de los españoles, es forzoso admitir que en este pícaro mundo hay también otros países - el Ecuador, por ejemplo- que muestran características y factores bien semejantes a las de la Península Ibérica. Y como consecuencia el caso de lo que acaba de ocurrir con el señor Rodríguez Zapatero y su Partido Socialista, es asimilar y puede rendir frutos muy aleccionadores.

En este sentido una caricatura internacional fue bien reveladora. El dibujo era de admirable sencillez: mostraba a Zapatero hundido bajo el pisotonazo de la pierna del Partido que le derrotara hace dos semanas sin contemplaciones; el pantalón estaba identificado con las siglas del Partido Popular, de Mariano Rajoy.

Respecto de las causas para las cifras de los comicios, sin necesidad de retórica alguna se mencionaba en las escuetas crónicas, al clamor de un joven ciudadano quien se había limitado a decir: “Queremos que ya no nos mientan más”.

Rajoy pidió que las decisivas elecciones parlamentarias, previstas para abril del próximo año, se adelantaren de manera notoria. “Zapatero no está en condiciones de afrontar la severa crisis socioeconómica, ni es el más adecuado para generar confianza, ni para disipar las dudas y las incertidumbres”, recalcó Rajoy.

Como salta dramáticamente hasta la vista, lo mismo entre los propios españoles que entre las poblaciones de emigrantes de naciones latinoamericanas, el peor síntoma de la crisis es el abrumador número de los desempleados. Según cálculos confiables, éstos llegan ya a los cinco millones de personas y las cifras aumentan de manera continua, con las agravantes de que afectan particularmente a los jóvenes y a las mujeres, entre quienes se cuentan muchas promociones de universitarios.

De todos modos, no son tales números los únicos culpables del resultado . Influyen las numerosas denuncias sobre corrupción en el manejo de los dineros públicos; el temor de que el colosal incremente de los gastos gubernamentales no se haya reflejado sin embargo en una mejoría de los puestos de labor; el débil crecimiento de la producción y la productividad y el cansancio por una mecánica que favorece el modelo bipartidista y cuyos efectos se tornan cada vez menos satisfactorios.

De esta suerte las semanas y meses inmediatos van a exigir mucha sensibilidad política de los dirigentes y -si no es excesivo pedir- también amplio espíritu de consenso y de encuentro. Y por supuesto auténticos cambios estructurales que rebasen de las solas ofertas fraseológicas y que con profundidad y acierto, lleguen al remedio de las enfermedades más graves que acosan a la sociedad y a la vida de los españoles.

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