Yoani Sánchez abre la jaula

Es una mujer cuya fuerza viene de sus argumentos. En contraste con su apariencia frágil, su voz es firme. Sus respuestas son breves y directas, con una economía del lenguaje propia de quien se acostumbró a aprovechar al máximo las escasas posibilidades (tecnológicas y políticas) con las que cuenta en Cuba alguien que, como ella, quiere decirle al mundo lo que pasa ahí con los derechos humanos.

Ya quisiera cualquier periodista o luchador por las libertades poner junto a su nombre la calidad y cantidad de distinciones mundiales de las cuales ha sido objeto Yoani Sánchez por su trabajo como bloguera en una sociedad en la cual los gobernantes se empeñan en que no se escuche ni se diga nada por fuera de la historia oficial. Pese a ello, el mensaje que lleva es de esperanza.

Fue inevitable que le preguntaran durante su presencia en la reunión de la Sociedad Interamericana de Prensa, en Puebla, México, que dificultades afrontan quienes quieren informarse en la Isla. Cuenta que si bien las autoridades dicen que hay un 20 por ciento de conectividad, quienes quieren usar internet deben hacerlo en los hoteles, en los centros educativos o en las embajadas, siempre con el miedo de ser rastreados. Y como no es posible contratar el servicio privado, solo un tres por ciento de cubanos puede usar internet libremente y sin riesgos.

Pero está funcionando -dice- 'el internet sin internet', es decir esa gran capacidad de inventiva para 'bajarse' algún material importante, copiarlo en un 'flash memory' o en un disco y repartirlo subrepticiamente. Y si bien sus notas periodísticas no son leídas directamente en Cuba, 'rebotan' desde afuera y circulan por las más inimaginables vías.

Por eso comparte su optimismo: aunque ningún cambio vendrá de las autoridades (cree que las reformas son un maquillaje), algo está cambiando en el interior de los cubanos. Ahora, dice, hay gran interés por conocer sobre los asuntos públicos, pero también sobre la historia. El cerco, entonces, se está rompiendo desde adentro, con la ayuda de la tecnología.

Al responder cómo se siente frente a las manifestaciones organizadas en su contra en los países que ha visitado después de haber logrado salir de Cuba, se manifiesta admirada de cuán largo sigue siendo el brazo del gobierno, para agredir y destruir la moral. Pero -afirma- se ha dado el efecto contrario.

Tras la visita a Brasil, su cuenta de twitter aumentó en 35 000 seguidores, la mayoría brasileños que reprobaban los ataques en su país. Yo -dice- me he acostumbrado a vivir con el horror desde que tengo cinco años, pero una cosa es convivir con el horror y otra, aceptarlo.

Sobre lo que pasa en otros países de la región con la libertad de expresión, advierte que ahora varios gobiernos autoritarios están construyendo los barrotes de la jaula. 'Y después de que te la construyen, te sientes feliz de que te den agua y alpiste'...

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