Yasuní: una historia de siglos

Este artículo va dirigido a los jóvenes que se han constituido en los soldaditos ecuatorianos en defensa del Yasuní: el precioso espacio del territorio nacional, con la mayor biodiversidad del mundo, en peligro real de desaparecer.

La historia de nuestra Amazonía, luces y sombras. De Quito salieron los misioneros jesuitas, hombres sabios algunos, con fardos que contenían libros e instrumentos científicos, deslumbrados ante el portento que suponía recorrer edades hasta dar con el Neolítico. En cada misión, la cruz y una pequeña biblioteca, mesas de trabajo en las que los Padres fueron elaborando las primeras geografías y vocabularios de las lenguas nativas. Esfuerzo descomunal de la Provincia de Quito de la Compañía de Jesús. Cuando la expulsión en 1767, y oras desventuras, la soledad. De ahí en adelante, los tres vecinos en el plan de arrinconarle al país que había tenido los arrestos de emprender la conquista civilizadora más asombrosa que recuerde la historia.

Nos quedó la atracción irresistible que despertaba el Oriente en aquellos visionarios que salían en pos de bosques de canela, ríos con aguas que arrastraban pepitas de oro y cochas con un líquido espeso, negro aceitoso que resultó ser petróleo. La entrada al nororiente por Guamaní, Papallacta y de ahí por el Yasuní y el Aguarico hasta dar con el Napo. De provecho comerciar con los brasileños que venían en barcos de algún calado. Es así como fue formándose Rocafuerte, el puertito ecuatoriano sobre el Napo cuando este es plenamente navegable todo el año. Cuando en 1936 llegó el Batallón Vencedores, como decisión soberana del gobierno presidido por el Gral. Enríquez, Rocafuerte tenía un atracadero permanente, una plaza grande, con un enorme árbol de mango en el centro, rodeada de casas algunas de dos pisos, inclusive una escuelita; chacras con cultivos y ganado y un trapiche. Cumplida la misión, el Vencedores volvió a Quito. Cuando la invasión de 1941, la defensa les correspondió a los civiles. Uno de ellos, de apellido San Miguel, trepado en aquel árbol de mango disparó a las tropas invasoras en momentos en que estas se aprestaban a izar su bandera. Cayó acribillado, sabía que no tenía escapatoria. Como resultado del Trabajo de Paz y Límites de 1996, hasta el puertito ecuatoriano, Rocafuerte, pasó a manos del vecino.

La degradación del Yasuní, otra derrota de nuestro país, será imparable desde el momento que se inicien los trabajos de explotación del crudo: miles de barriles diarios durante 20 años. Del Yasuní, convertido en un erial, volverá un soñador destrozado: "Cansadito vengo desde el Yasuní. Trayendo un perico sin patas ni pico". Será tarde, pero se hará justicia, para cuando los responsables de desastres ecológicos sean penados por la ley. El presidente Rafael Correa tiene la palabra.

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