En los últimos días, en el Ecuador se ha creado otra categoría de discriminación: haber sido o no aportante a la iniciativa Yasuní.
El periódico inglés The Guardian tiene tradición de audacias como la del año 1983, cuando reveló la instalación en Inglaterra de misiles de crucero estadounidenses armados con cabezas nucleares y la de inicios del siglo XXI cuando puso entre los temas de este siglo si debía o no mantenerse el respeto de las actas de 1848 que establecieron que era traición a Inglaterra cuestionar su Régimen monárquico.
Semanas atrás, junio y julio del 2013, The Guardian fue uno de los medios que publicó la información entregada por Edward Snowden contra los servicios de espionaje e intromisión y escuchas norteamericanos y británicos; y, ante el anuncio de más material publicable -ya en agosto-, su director, Alan Rusbridger denunció que recibió un llamado de un funcionario, que le dijo: “Ya tuvieron su diversión. Ahora queremos que nos entreguen el material”. Días después, dos “expertos en seguridad” del Gobierno, llegaron a las instalaciones del periódico en Londres, violaron archivos y los destruyeron.
The Guardian ha anunciado que tiene más material que lo publicará.
Sobre los procesos del llamado socialismo del siglo XXI, The Guardian ha alimentado expectativas.
El viernes 23 de agosto del 2013, The Guardian publicó sobre la decisión de abandonar la iniciativa del Yasuní: “El presidente Rafael Correa ordenó la explotación petrolera en el Parque Nacional Yasuní la semana pasada cuando unilateralmente disolvió un plan de conservación radical que garantizaba que 840 millones de barriles de petróleo que están bajo una zona del parque quedarían sin explotar” (…) “…La decisión de Correa para que las compañías petroleras perforen por debajo de uno de los lugares con mayor biodiversidad en el planeta, en el que al menos una tribu vive en aislamiento voluntario, se encontró con manifestaciones en Quito y la condena de las organizaciones internacionales de conservación. Si la consulta se da, Correa puede ser derrotado porque las encuestas recientes indican una gran mayoría de ecuatorianos están a favor de la iniciativa Yasuní-ITT”.
La respuesta de Correa fue: “¿Cuánto aportó este periódico a la iniciativa ambiental? El colmo de la caretucada, mentiras e imprecisiones”.
¿Merecía The Guardian esa agresividad? ¿Será que, para suscribir el pedido de consulta, habrá que evidenciar haber sido aportante? ¿Podrá publicarse la lista de aportantes, para conocer cuáles personas -en el Ecuador y en el mundo- son las únicas que pueden hablar del Yasuní? ¿Hay racionalidad en aquello? Apasionarse puede ser virtud, pero también pérdida de respeto a los demás.