Las serias dificultades de liquidez que enfrenta el Gobierno ahora lo encaminan a buscar más recursos en los bolsillos de los ecuatorianos. Y por ello pretende, mediante un proyecto de ley, incrementar impuestos a las bebidas azucaradas, licores y cigarrillos. Si se pone en marcha esta duodécima reforma tributaria, el Régimen aspira obtener unos USD 300 millones anuales; un monto ínfimo que no le alcanza ni para un mes de su abultado gasto de sueldos en burocracia. Pero no mide los efectos: cuando hay una subida de impuestos se afecta el consumo, se producen despidos en las empresas que proveen esos productos y se alienta al contrabando.
Las verdaderas soluciones a los problemas de fondo no pesan en la agenda económica oficial; la creatividad en la aplicación de medidas que anticipó el Ejecutivo queda en entredicho, cuando no se observan acciones concretas para buscar salidas a un año de recesión. Por el contrario, son acciones que buscan salir al paso de las necesidades de liquidez. Eso también se refleja en el abultado endeudamiento.
El último boletín de deuda del Ministerio de Finanzas (del 29 de febrero del 2016) muestra cómo los niveles de endeudamiento del Ecuador ya bordean el 35% del PIB (el techo es el 40%), aunque para entidades como el Observatorio de la Política Fiscal esa cifra no refleja los verdaderos niveles de endeudamiento del Gobierno, debido a otros compromisos asumidos con las preventas petroleras, por lo que demanda más transparencia en la información oficial.
Un estudio realizado por Cordes señala que el futuro gobierno deberá destinar al menos USD 10 030 millones al servicio de la deuda externa contratada entre el 2007 y el 2015. En otras palabras, argumenta la Corporación, el próximo gobierno deberá destinar, en promedio, 2 500 millones anuales al servicio de la deuda externa heredada de la actual gestión. Es decir, heredará -o heredaremos los ecuatorianos- una multimillonaria deuda. Todo, gracias a la creatividad.