La baja del precio del petróleo a la mitad tiene un impacto real y un influjo psicológico colectivo, cuya retroalimentación puede causar un efecto magnificado más allá de las consecuencias esperadas. Esto porque las expectativas de los agentes económicos no siempre responden a las previsiones matemáticas, sino al afán especulativo de los vendedores y a la sobredemanda también especulativa de los compradores.
Entonces, se requiere controlar estas tendencias con base en explicaciones contundentes para que todos entendamos que debemos gastar menos en consumos innecesarios. Entonces, el Gobierno debe modificar drásticamente las previsiones presupuestarias de este año, para presionar menos sobre las importaciones y priorizar el uso de sus pocos dólares fuertes en inversiones reproductivas que ayuden a no contraer más la economía. Simultáneamente, debe bajar los gastos corrientes prescindibles como los viajes innecesarios, las obras de relumbrón, los proyectos de dudosa rentabilidad social, la excesiva burocracia en tantos ministerios, secretarías y organismos redundantes y la propaganda de la acción gubernamental que ahora más bien es contraproducente para sus objetivos electorales.
La decisión de propiciar la inversión privada para obras públicas importantes debe entrar aceleradamente en operación con base en contratos justos y plenos de certidumbre, pues dinero privado ganado en el Ecuador sí hay, dentro y fuera del país.
Para frenar importaciones las autoridades han elevado temporalmente los aranceles para numerosos productos, lo que afectará al consumismo de la clase media, con el riesgo de contagiar la subida de precios a los productos no incluidos en las salvaguardias, debido al innegable afán especulativo que lleva a cobrar precios tan altos como soporte el mercado.
Como estas medidas se preanunciaron desde hace dos meses y muchos comerciantes ya importaron para beneficiarse de los nuevos precios, su efecto restrictivo solo se sentirá a partir del segundo semestre de este año. Además, como los dólares que entran al Ecuador son ahora fuertes respecto a otras monedas, los comerciantes ecuatorianos deben negociar menores precios para las importaciones de los países que deprecian la moneda, como Colombia, Perú, Brasil, los de Europa, Asia, de modo que sirva el dólar fuerte para disminuir el impacto en los bolsillos de los consumidores.
Lo positivo de todo esto es que los empresarios pueden aprovechar el efecto proteccionista de estas medidas y aumentar la producción nacional cuidando el empleo productivo de las empresas nacionales que pueden sustituir a lo importado. No se podrá hacer mucho, pero las que tienen capacidad instalada ociosa si deben actuar rápidamente para satisfacer el consumo de un mercado protegido, con miras a consolidarse en el largo plazo.