Cuando se hace referencia a la Unión Europea, casi todo el mundo acepta que se trata de un proceso exitoso y que la integración ha sido el avance más grande del viejo continente en más de 100 años. Por desgracia cuando se habla de los esfuerzos integracionistas latinoamericanos, las opiniones no son tan entusiastas. Unos piensan que son esfuerzos fallidos, otros que es preferible negociar tratados de libre comercio con Estados Unidos. Buena parte de la gente simplemente no tiene interés en la integración latinoamericana. Aun entre los abogados y personas de formación universitaria esa actitud es frecuente.
Pero la verdad es que, pese a las grandes dificultades que tienen, nuestros procesos de integración son un elemento fundamental de nuestro futuro y deben ser impulsados y mejor comprendidos. Por ello es muy importante que se impulse su conocimiento en las sociedades de América Latina.
Los compromisos de los países en el campo de la integración económica y política solo se cristalizan en el largo plazo cuando van junto con un esfuerzo por desarrollar una cultura integracionista en las sociedades. Es ya casi una perogrullada repetirlo, pero es verdad: no se integran solo los estados, sino los pueblos. Y esto sucede cuando la gente considera como propio el proceso y se siente parte de él. Ese es uno de los éxitos de la Unión Europea.
Además de una cultura y de una voluntad política, para impulsar el conocimiento de los procesos de integración, la perspectiva jurídica es muy importante. Lo es, no solo porque esos procesos se asienten en instrumentos jurídicos, sino también porque la vinculación de la gente con la integración se da, en buena parte, a través del reclamo de derechos que los países han reconocido a sus ciudadanos y que pueden exigirse más allá de sus fronteras.
Por ello es muy importante enfrentar los problemas constitucionales que traen los procesos de integración. La cesión de una parte de su soberanía que cada país debe hacer para integrarse efectivamente, los mandatos que cada Constitución establece para el funcionamiento y la representación en los organismos integracionistas, las oportunidades que el nuevo constitucionalismo ofrece a la integración de nuestros países. Estos y otros asuntos deben estudiarse.
El libro “Problemas constitucionales de la integración” de César Montaño Galarza, publicado en México por Editorial Porrúa, enfrenta varios temas cruciales de la integración jurídica entre nuestros países y ofrece importantes alternativas para enfrentarlos, al mismo tiempo que plantea imaginativos mecanismos para avanzar en la integración.
La obra ahora circula en nuestro país y debe ser leída y debatida con gran interés, ya que se refiere a un camino que no por difícil deja de ser indispensable para los pueblos andinos y sudamericanos.