Gonzalo ortiz Crespo
Columnista invitado
Un monumental giro dio Lenin Moreno al nombrar ministro de Finanzas a Richard Martínez y anunciar que hasta mañana enviará a la legislatura las reformas a la Ley Orgánica de Comunicación (LOC) eliminando la Superintendencia de Comunicación (Supercom).
Cualquiera que haya observado el desempeño presidencial (falta una semana para que apague la velita del primer cumpleaños), habrá visto que, a pesar de que entre Moreno y Correa se abrió una quebrada mayor que la del Chanchán, el presidente se mantenía fiel a la política económica de su antecesor. No solo que primero tuvo a un teórico que seguía endeudándose (es el ministro de Finanzas que más deuda por segundo ha contraído en la historia del Ecuador) sino que después puso a la señora que en 2008 dejó de pagar la deuda por orden de Correa, provocando el “default” más trucho de que se tenga noticia; una mera trampa para hundir el precio de los bonos y luego comprarlos a precio de gallina robada. Como consecuencia del nefasto, aunque breve, retorno de Viteri a Finanzas, la desconfianza se generalizó dentro y fuera (el riesgo país se disparó 200 puntos).
El observador habrá visto también que Moreno ha venido coqueteando con la idea de reformar la LOC pero que se resistía a suprimir la Supercom.
Y llega el lunes y Moreno gira de golpe el volante, sacude a todos los vagones del tren y nombra no a un empresario, porque creo que Martínez no es dueño de ninguna empresa, sino a un tecnócrata empresarial. Viene de la misma universidad del ministro endeudador, pero, como para comprobar que esa facultad (de la que un servidor, snif, fue también alguna vez subdecano) no es como una fábrica de botellas igualitas (Rivera, Herrera, De la Torre, ¿les suenan?), el muchacho salió más inclinado a apoyar a la empresa privada que a los sueños de opio de la autollamada revolución ciudadana. Y es a él a quien confía el ministerio y, por lo tanto, la reformulación de la política económica y de las reformas legales a enviar a la Asamblea. ¡Vaya sorpresa! Moreno no está diciendo solo chao Supercom sino que ahora sí mandó de paseo al Socialismo del Siglo XXI y esas zarandajas.
Creo que modificación tan sustancial nace de la desesperación de Moreno frente al panorama económico: el tren no podía seguir de frente hacia el abismo. No digo que Martínez tenga una varita mágica sino que es el primer economista ortodoxo en 11 años en ese ministerio y que hay que darle el beneficio de la duda pues tiene que desmadejar un intríngulis penoso y denso de varias crisis entreveradas: fiscal, productiva, de balanza de pagos. La decisión sobre la Supercom es más política: eliminar por fin ese ente de control y represión es un avance democrático que supone tener atada y bien atada una mayoría igualmente democrática en la Asamblea.