La alerta epidemiológica declarada por el Ministerio de Salud, en respuesta a los casos del virus del zika registrados en Colombia, involucra a todas las casas de salud públicas y privadas del país. Pero también debe tener eco en gobiernos locales, juntas parroquiales, municipios y prefecturas.
El zika, al igual que el dengue o el chikungunya, se transmite por la picadura del mosquito Aedes aegypti. Este insecto prolifera en los territorios en los cuales las necesidades básicas de la población no han sido cubiertas.
El asfaltado de vías, la dotación de agua, la construcción de sistema de recolección de basura y la instalación de alcantarillado son competencias de estos organismos.
El Ministerio de Salud está para hacer lo que le corresponde: campañas de información y limpieza y la identificación de casos sospechosos en los centros a su cargo. Pero hay que decir que un virus como el zika no puede enfrentarse solo desde un frente.
El chikungunya ya dejó una primera lección al país. Pese a todos los esfuerzos, la movilización de recursos y el fortalecimiento de la capacitación a la ciudadanía, la cantidad de casos no dejó de crecer de forma vertiginosa. En mayo pasado, la Cartera de Salud registró 8 191 casos confirmados y para junio superaron los 28 863.
En mayo del 2015, esa Cartera contabilizó 11 394 casos de dengue y hasta el 17 de octubre la cifra se incrementó a 42 483. La mayoría en las provincias de Manabí, Guayas, El Oro, Esmeraldas y Los Ríos. Del total de contagiados, al menos siete fallecieron.
Por ello, los gobiernos locales deben plantearse una estrategia común, que se adapte a cada realidad y a las necesidades, para no permitir que el zika adquiera iguales o mayores dimensiones que el chikungunya o el dengue. En especial, cuando hay evidencias científicas claras de que el fenómeno de El Niño se sentirá fuerte en las costas del Pacífico.
Es más: ayer, la Organización Mundial de Salud reconoció que El Niño se asocia principalmente con el aumento de enfermedades por vectores y por el agua.