Stella Paul
Sally boumien todavía recuerda vívidamente el día en que apretó una piedra ardiente contra su pecho. En Bawok, una comunidad del oeste de Camerún, donde se crió, es una práctica habitual aplanar los incipientes pechos de las niñas con una plancha o un martillo calentados con carbón encendido.
Siempre escuchó que era bueno para las niñas porque las mantenía a salvo de los hombres. Cuando tenía 11 años, Mboumien aprovechó un día en que su mamá estaba ausente visitando a unos parientes para plancharse los senos con una piedra ardiente.
La alta temperatura lastimó su fina y delicada piel dejándole cicatrices negras. El insoportable dolor quedó solapado por el miedo.
Aterrorizada, la niña no le mostró las heridas a nadie ni a su propia madre.
“Solo fui una víctima de la ignorancia”, contó Mboumien, ahora una de las principales defensoras de los derechos de salud sexual y reproductiva de niñas y jóvenes.
El alisamiento o planchado de senos afecta a unas 3,8 millones de mujeres en el mundo, en especial en Camerún, Benin, Costa de Marfil, Chad, Guinea-Bissau, Kenia, Togo, Zimbabwe y Guinea-Conakry, pero no solamente.
Además, es una de las cinco expresiones de violencia de género menos denunciadas, según la Organización de las Naciones Unidas. Es una práctica que expone a las mujeres que la padecen a problemas de salud como infecciones, quistes, daños permanentes en el tejido, cáncer, además de, por supuesto, la completa desaparición de uno o ambos senos. Pero también es una flagrante violación a la integridad y a los derechos físicos y sexuales de las niñas.
En el marco de la Campaña Naranja de ONU Mujeres, Mboumien, fundadora de Acción Común para el Desarrollo de Género, realiza una gira por su país sensibilizando sobre este tema. La Campaña Naranja contribuye a promover el activismo contra la violencia de género, hasta el 10 de este mes, Día de los Derechos Humanos.