Violencia, escuela y política

En una hoja de papel, pegada en la ventana de una oficina, leí la semana pasada: “En estos primeros días de regreso a clases, si ves a un niño solo y triste sonríele, él puede ser una víctima de ‘bullying”.

El ‘bullying’ (matonismo, maltrato entre iguales o acoso escolar cuando se da en un centro educativo) es un comportamiento en el que una o varias personas abusan de un igual por medio de humillaciones, burlas e incluso agresiones físicas de forma continua. Los principales blancos de estas prácticas son los que parecen más débiles, los solitarios, los diferentes.

Estudios recientes dan cuenta del alcance y gravedad de este problema en nuestro país: más de la mitad (51,1 %) de los niños y niñas -que están culminando séptimo de básica- reportan sufrir alguna forma de ‘bulineo’ -como lo llaman algunos -. Un preocupante 22 % asegura sufrir violencia física, todos los demás son víctimas de la violencia verbal o psicológica (burlas, bromas crueles, insultos y exclusión). Los niños lo sufren más que las niñas, probablemente por esa descabellada idea de que los golpes y las chanzas –sin importar lo pesadas que sean- son parte de la socialización de los hombres.

Los compañeros -sus pares- son los agresores con los que comparten el día a día, víctimas y agresores en el mismo espacio sin poder escapar o cambiar las cosas. Los ‘bulineadores’ en la mayoría de ocasiones ni siquiera entienden la dimensión de sus acciones, verdugos sistemáticos a los que nadie les llama la atención, viven en la impunidad ejerciendo un poder abusivo.

Los adultos aceptamos estas prácticas como parte de la vida cotidiana, nos parecen juegos infantiles, algo de la edad, incluso llegamos a naturalizarlas, no percibimos el profundo sufrimiento por el que pasan en los espacios en que deberían vivir al menos seguros cuando no felices.

Ya crecerán, aprenderán a defenderse, cambiaran con la edad, parece la justificación perfecta para la inacción y en ocasiones para no recordar nuestra propia infancia.

Alessandro Baratta, un enorme jurista italiano, decía que la niñez es la arqueología del futuro, si miramos con atención cómo la tratamos podremos anticipar cómo será nuestro porvenir como colectividad.

Nos hemos desentendido de miles de víctimas del ‘bullying’, al tiempo que como sociedad premiamos, incluso alentamos la prepotencia, cuando no la homofobia y el machismo, volviendo, por ejemplo, populares a políticos en el poder o la oposición que usan estas actitudes en sus mensajes (el Twitter es un gran ejemplo), discursos y entrevistas, incluso aceptamos, silenciosos, se inviten a resolver sus discrepancias por medio de los golpes ‘como hombres’.

Este es un círculo vicioso que deberíamos romper, la violencia debe ser enfrentada en todo espacio que se presente, podemos empezar marcando una diferencia en la vida cotidiana de los niños y niñas, nos haríamos un bien como sociedad ahora y en el futuro.

@farithsimon

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