Bueno, pues, luego de la concurrencia a las urnas, con sus sorpresas y golpes, viene la renovación municipal. Un cambio inesperado que Quito -con sus dos millones y medio de quiteños y chagras- espera con entusiasmo, curiosidad e inquietud.
Se marcha Augusto Contrabarrera, que parecía imbatible con sus años de trabajo y con el apoyo total de su Jefe. Viene un Mauricio Rodas, cuya fórmula para ganar al poderoso alcalde Barrera y, de paso, al Jefe Rafael, todavía nadie descubre. ¿Ganó caminando de casa en casa? ¿Prometiendo inaugurar las vías para el aeropuerto? ¿Ofreciendo hacer lo contrario de lo que se hizo en los últimos cuatro años? Misterio. Y sorpresa también que pese a una “campaña total” estilo Rafico y a una sabatina extra se haya consolidado un triunfo inesperado. ¿O talvez no fue un triunfo suyo sino un castigo para sus adversarios? Las sospechas son muy serias.
Y ahora, chuta, ¿cómo irá a funcionar el Municipio quiteño con un Alcalde novato y con 21 nuevos concejales y con una mayoría indefinida? Por cierto, los nuevones entrantes van a dar todo de sí. Pero la realidad es que se necesita del aporte del Gran Jefe, barrerista total. Bueno, al final, con mucha mala gana, dijo algo que se puede interpretar que -si bien no le hizo pizca de gracia que gane el presunto contrarrevolucionario- iba a cumplir con la ley y a trabajar, o algo así, con el entrometido del cuento. Esperamos que pasen las iras y se acepte la realidad de la vida y que Quito -ciudad de todos los ecuatorianos- avance hasta el 2018, contando con el aporte del joven Rodas, del Súper Rafael y de todos. Adelante con los faroles.
¿Qué más viene? Claro. La reelección indefinida de Jefazo. Lo dicen todos los que aman al Súper de Carondelet y que también quieren unos años más de compartir las bellezas y ofertas del poder. Bastantes años, hasta el infinito es el lema. Lo proclama con entusiasmo y devoción la Jefa Gabriela. Galo Mora tiene todo listo. Lo reitera el socialista Solano. No van a faltar las adhesiones, los aplausos, los votos, el ritual del modus operandi.
Una fórmula que mantenga al Jefe en su puesto -sin exponerse a que le ganen- hasta el final de los tiempos. ¿Y los votos en contra del ya famoso pero un poco maldito 23-F? Nada jabón. Fueron un error. Adelante con la reelección indefinida al estilo del comandante Chávez en Venezuela -aunque luego actuaron las fuerzas del mal- y de Daniel Ortega en Nicaragua.
El Gran Jefe guarda reserva. Está en silencio desde que hizo uso de las palabras para dar su esperada versión sobre lo sucedido el maldito 23 de febrero del 2014. Lo hizo con el cansancio de dos semanas de campaña casi infinita, por todas las ciudades y pueblos del Ecuador correísta y por Quito de manera muy especial. No fue una derrota, dijo, sino un sacudón, un revés, un error de Alianza País, de los ministros, de los estrategas. De todos. Iba a decir que también fue una crítica a los errores del Jefe, cuando estallaron los aplausos.