Vicepresidencia y Tántalo

De las páginas de la mitología se puede extraer el capítulo del suplicio de Tántalo para comprender, mediante un ejercicio comparativo, lo que significa la Vicepresidencia de la República en el Ecuador. Es un cargo, que, como el símil, está cerca de todo y no puede disfrutar de nada. Es el principal funcionario de relevo que tiene el Estado y solo es útil cuando la naturaleza elimina al presidente, renuncia o ha sido destituido por un juicio político. Es ese instante cesa el suplicio y accede directamente al poder.

Varias modalidades se registran respecto a esta función. Predomina en nuestra historia la sucesión inmediata por vacante del primer cargo de la república y se produce la posesión sin más trámite que el juramento constitucional. Sin embargo, política e institucionalmente han existido notorias diferencias. La más importante es la que estableció la constitución de 1946 que dispuso que la legislatura sea presidida, en primer lugar, por el Vicepresidente de la República.

En los inicios del plan de retorno a la democracia solo la figura presidencial fue gravitante. Ante el fallecimiento del presidente Jaime Roldós asumió el vicepresidente Osvaldo Hurtado. En esas complejas circunstancias la oposición nombró como segundo mandatario a León Roldós con quien, desde el principio, existieron tensiones con el Presidente. Hasta el extremo de ignorarse públicamente durante un prolongado periodo. Golpe bajo de los contrarios al Presidente Hurtado.

La relación del presidente León Febres Cordero y el vicepresidente Blasco Peñaherrera fue tensa, mucho más después del suceso adjetivado como el “taurazo”. Llegaron a publicar dos libros con sus versiones respecto a tal acontecimiento. La historia siguiente registra una serie de renuncias y ascensos al poder de los vicepresidentes.
En la actualidad el panorama es distinto según la ubicación de los candidatos. De parte del oficialismo la dupla está cerrada y se vaticina un extraño y frágil equilibrio en el ejercicio del poder. El uno, el segundo, representa al correismo interno y el otro a parte de dicha fuerza política y a sectores externos todavía desconocidos. Se ignora que presiones, condicionamientos e intereses se dieron para integrar un posible poder casi bipolar. Preocupación para el futuro institucional del país.

En el caso de la oposición la situación es diferente. Los vicepresidentes mientras ganen el puesto y permanezcan en él tiene escasa trascendencia. Los binomios se integran buscando una compensación regional y de género con poco efecto directo de estas candidaturas en el resultado electoral.

Si existe tanto recelo en la oposición para elegir al candidato, no falta imaginación para comprender las guerras civiles que estarán librando para integrar la listas para el parlamento. Si existiera un organismo mundial en materia política como el FMI el país sería calificado como una nación que se enrumba alegremente hacia la época de las cavernas.

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